México enfrenta el desafío de elevar su inversión en ciencia y tecnología, un terreno en el que históricamente se ha quedado rezagado frente a otras naciones. El nuevo Programa Sectorial de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación 2025-2030 establece como meta que, para 2030, el país destine 0.53 por ciento de su PIB a este rubro estratégico.
Actualmente, el gasto nacional se ubica en 0.46 por ciento del PIB, una cifra que representa un avance en comparación con los niveles de 2018, 2021 y 2022, cuando apenas se alcanzaba el 0.38 por ciento, pero que sigue muy lejos del 1 por ciento recomendado por la UNESCO para países en desarrollo. El contraste es aún mayor con los miembros de la OCDE, donde el promedio es de 2.7 por ciento, con casos destacados como Israel (6.3%), Corea del Sur (5%) o Suecia (3.6%).
De acuerdo con México Evalúa, la creación de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación (Secihti) en sustitución del Conahcyt no se tradujo en mayores recursos: en 2025 contará con 33 mil millones de pesos, un recorte de 3.7% frente al año previo y 36% menos respecto a lo ejercido en 2015. Este déficit, advierte el organismo, impacta directamente en el número de patentes, ya que en 2023 México registró apenas 15 mil 630 solicitudes, contra más de 25 mil en Brasil.
El sector privado también se mantiene como una pieza ausente en este engranaje. Mientras en países desarrollados las empresas aportan más del 60% de la inversión en investigación, en México solo contribuyen con el 13.4 por ciento, dejando al Estado la carga de más del 80%. Aun así, el gobierno federal asegura que habrá un viraje con proyectos emblemáticos como el auto eléctrico Olinia, los semiconductores Kutsari, aeronaves no tripuladas Quetzal y los satélites de observación Ixtli.
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