El 2025 ha puesto a prueba la capacidad del planeta para enfrentar el cambio climático. Entre olas de calor récord, sequías prolongadas y glaciares en retroceso, científicos advierten que los fenómenos ambientales extremos ya no son excepciones, sino señales de un patrón que podría intensificarse en los próximos años. Desde América Latina hasta Medio Oriente, los impactos son palpables y afectan tanto a la biodiversidad como a la producción agrícola y los recursos hídricos.
El Servicio de Cambio Climático Copernicus (C3S), de la Unión Europea, indica que 2025 se perfila como el segundo o tercer año más cálido desde que se tienen registros históricos, solo detrás de 2024. Además, este periodo completa el primer tramo de tres años consecutivos con temperatura global promedio superior a 1.5 °C respecto a niveles preindustriales.
En Chile, el retroceso de glaciares amenaza especies como el dragón de hielo patagónico, mientras que en Argentina la sequía obligó a reducir las proyecciones de cosecha de maíz. Los agricultores buscan adaptarse a condiciones cada vez más extremas, y la falta de agua pone en riesgo la seguridad alimentaria regional.
El continente europeo no ha sido la excepción: en Suiza, glaciares como los monitoreados por GLAMOS perdieron hasta seis metros de hielo en un año. Ríos como el Rin y el Danubio registraron niveles críticos, afectando transporte y producción industrial. En ciudades, Sevilla alcanzó 48 °C en junio, mientras que en París, se restringió el acceso a la Torre Eiffel durante olas de calor intensas.
En Irak, Chipre e Irán, la sequía deterioró ecosistemas agrícolas, con presas como Amir Kabir, Lar y Latian con niveles críticos. En Asia Central, países como Afganistán reportan desnutrición, deserción escolar y estrés hídrico, mientras que en Turquía, comunidades como Tekirdag enfrentaron cortes de agua debido a represas prácticamente vacías.
Algunos sectores buscan soluciones creativas: en Chile, se emplean mantos de cabello humano para retener humedad en frutales, mientras que en Inglaterra, las altas temperaturas impulsaron exportaciones de vino, aprovechando condiciones climáticas atípicas.
La acelerada pérdida de hábitats amenaza la biodiversidad, como se observa en el desierto de Atacama, Chile, donde la pata de guanaco, una flor resistente, podría ofrecer claves para enfrentar la desertificación. Según el C3S, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen siendo la principal causa del aumento de temperaturas, y los fenómenos de 2025 confirman que la crisis climática no espera y requiere acciones inmediatas a nivel global.
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