Washington, Estados Unidos. – Un informe bipartidista del Congreso estadounidense acusó a China de haber aprovechado durante años investigaciones nucleares y científicas financiadas por el Departamento de Energía (DOE) para obtener acceso a tecnologías sensibles con aplicaciones militares , en medio de la creciente rivalidad tecnológica entre Washington y Beijing .
El documento, elaborado conjuntamente por el Comité Selecto de la Cámara de Representantes sobre el Partido Comunista Chino y el Comité de Educación y Trabajo , sostiene que millas de proyectos académicos financiados con fondos federales carecieron de controles adecuados, lo que permitió que avances pagados por contribuyentes estadounidenses terminaran beneficiando al aparato de defensa chino .
De acuerdo con la investigación, entre junio de 2023 y junio de 2024 se publicaron más de 4 mil 300 artículos académicos fruto de colaboraciones entre científicos financiados por el DOE y colegas de instituciones chinas. Cerca de la mitad de esos trabajos incluyen investigadores vinculados a la base militar o industrial de China , según los hallazgos del comité.
El informe considera “especialmente preocupante” que fondos federales hayan respaldado proyectos conjuntos con universidades y laboratorios estatales chinos que colaboran directamente con el Ejército Popular de Liberación (EPL) . Varias de estas entidades figuran en listas del Pentágono que identifican organizaciones con vínculos activos con el sector militar chino o con operaciones en territorio estadounidense .
El texto también documenta vínculos con instituciones chinas previamente señaladas por Washington por su presunta implicación en ciberataques y violaciones a los derechos humanos , lo que, a juicio de los legisladores, demuestra la ausencia de un sistema eficaz para evaluar los riesgos de seguridad nacional en la investigación científica.
El Departamento de Energía destina cada año cientos de millones de dólares a proyectos de alta tecnología que abarcan desde la energía nuclear —incluida la gestión del arsenal atómico— hasta la computación cuántica , la física avanzada y la ciencia de materiales . Además, administra una red de 17 laboratorios nacionales , esenciales en el desarrollo histórico de tecnologías estratégicas estadounidenses.
El informe se publica en un contexto de mayor presión política en Washington para restringir la cooperación científica con China. En los últimos años, varios comités del Congreso han anunciado que asociaciones académicas aparentemente neutrales facilitaron el avance tecnológico de China en áreas con potencial militar .
El documento recomienda endurecer los controles de financiamiento , mediante un proceso estandarizado de evaluación de riesgos antes de aprobar fondos y la obligación del DOE de compartir información interagencial sobre vínculos con entidades chinas, con el fin de detectar posibles patrones de explotación tecnológica.
El presidente del comité selecto, John Moolenaar (republicano por Michigan), calificó los hallazgos como “ profundamente alarmantes ”, y sostuvo que las fallas de supervisión han dejado a la investigación estadounidense “vulnerable a la explotación por parte de la base industrial y de defensa china”.
En respuesta, la Embajada de China en Washington rechazó las conclusiones del informe, acusando al Congreso de actuar con motivaciones políticas . Su portavoz, Liu Pengyu , afirmó que “un puñado de políticos estadounidenses exagera el concepto de seguridad nacional para obstaculizar los intercambios científicos normales”, y advirtió que “esa estrategia está condenada al fracaso”.
Moolenaar, junto con otros legisladores republicanos, impulsa una iniciativa de ley para prohibir el uso de fondos federales en colaboraciones científicas con entidades controladas por adversarios extranjeros . Aunque la Cámara de Representantes la aprobó, la propuesta fue descartada durante la negociación final de la Ley Anual de Defensa .
La iniciativa desató críticas en el ámbito académico: más de 750 profesores y rectores universitarios enviaron una carta al Congreso advirtiendo que el país “compite globalmente por talento científico” y reclamaron políticas “ cuidados y específicas ” que protejan la seguridad nacional sin sofocar la cooperación internacional.
El debate, aún abierto, refleja la tensión entre la seguridad nacional y la apertura científica , una disyuntiva que se ha convertido en punto central de la rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China .
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Foto: Cortesía
djs
