A pocos meses de que Guadalajara reciba partidos del Mundial 2026, los alrededores del Estadio Akron vuelven a colocarse bajo el reflector por un tema ajeno al futbol: la creciente aparición de bolsas con restos humanos en zonas rurales y en terrenos en desarrollo alrededor del inmueble. Colectivos de búsqueda en Jalisco aseguran que, desde 2022 a la fecha, han contabilizado alrededor de 456 bolsas, lo que vuelve a subrayar la dimensión de la crisis de desapariciones en la entidad.
Los primeros indicios surgieron en 2022, cuando trabajadores de una obra civil toparon con restos durante la construcción de un fraccionamiento. Desde entonces, hallazgos similares se han repetido en parajes cercanos a Tlajomulco de Zúñiga y Zapopan. El más reciente se registró en septiembre, nuevamente a escasos kilómetros del estadio donde se disputarán cuatro encuentros mundialistas.
Para los familiares de personas desaparecidas, el escenario es doblemente doloroso. José Raúl Servín, integrante del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco y padre de un joven desaparecido desde 2018, afirma que las cifras crecen mientras la atención pública se dirige al escaparate deportivo. Según explica, varios grupos de búsqueda perciben que las autoridades buscan avanzar a toda prisa en los trabajos forenses para que la ciudad luzca “normal” durante la Copa del Mundo, aunque ello implique —dicen— procesos poco transparentes.
Jalisco es, desde hace años, uno de los estados más afectados por la desaparición de personas. Organizaciones civiles recuerdan que la entidad acumula más de 14 mil registros en el sistema federal, cifra que ha mantenido encendidas las alertas y ha llevado a colectivos a organizar sus propias brigadas de rastreo. Estos grupos aseguran que, alrededor del Estadio Akron, los restos se han ubicado en zonas como Las Agujas, Camino a La Noria, Camino al Alemán y la colonia Arroyo Hondo, puntos donde se han extraído desde cuerpos completos hasta osamentas con fechas de fallecimiento que van de 2018 a años recientes.
A la incertidumbre de las familias se suma otro problema: el trabajo del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses. Diversos colectivos denuncian fallas en la preservación y clasificación de restos, además de presiones del crimen organizado hacia el personal encargado. La situación, aseguran, retrasa la identificación de víctimas y aumenta la angustia de quienes llevan años en busca de un nombre, una pista o la entrega digna de los restos.
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