Siempre hay excepciones, pero no somos buenos para la estrategia. Lo nuestro es la chacota, la pachanga, el convivir… así nacen los negocios.
Tal vez por eso las mayores fortunas de México se crearon a partir de aprovechar oportunidades basadas en relaciones: concesiones bancarias, telefónicas, de ferrocarriles, mineras, carreteras… estar en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Pero ojo, que otros más avezados, generalmente en el norte del país las construyeron a partir de la industria, haciendo partes para coches, por ejemplo, pero también, a partir de conexiones.
La efervescencia actual abre puertas para crear nuevas fortunas basadas en chispazos que aparecen inesperadamente. Y ahí los mexicanos con sus relaciones, pueden sacar provecho. Va el cuento:
¿Supieron que el presidente de Estados Unidos y el mandatario de China se reunieron la semana pasada en Corea del Sur? Un festivo Donald Trump estrechó la mano de un Xi Jinping con cara de preferir estar bajo un aguacero.
El resultado fue una tregua comercial:
Trump redujo los aranceles a los productos chinos del 57 por ciento al 47 por ciento.
China accedió a reanudar las importaciones estadounidenses de soya y a suspender durante un año los controles a la exportación de elementos de tierras raras.
¿Qué es eso? Las tierras raras poco a poco se convierten en el oro de nuestra era.
Un iPhone contiene varios elementos de tierras raras, como lantano, cerio y praseodimio (utilizados en compuestos para pulir el cristal de la pantalla) y neodimio, praseodimio y disprosio. Algunos modelos también utilizan itrio.
Lo que aplica para un Iphone puede aplicar para un BYD, para un Tesla, para una máquina de resonancia magnética o una pantalla casera de televisión. De a poco, se integran a nuestra vida como lo hizo alguna vez el mercurio o el aluminio.
Expertos estiman que también son útiles para el 80 por ciento de los sistemas de armas estadounidenses. Entre el 15 por ciento y el 20 por ciento de la economía estadounidense depende de ellas.
No son escasas, sino que los chinos controlan más o menos el 70 por ciento de la proveeduría global.
La producción de tierras raras es altamente contaminante por la necesidad de procesar grandes volúmenes de mineral con productos químicos agresivos y a la generación masiva de residuos tóxicos y radiactivos. El proceso contamina el aire, el agua y el suelo.
Los países occidentales restringieron la minería en la década de 1980 y China cubrió la demanda.
Estados Unidos ahora intenta reconstruir su cadena propia de suministro. Y ahí es en donde se abre una nueva industria de aquel lado de la frontera, el mejor mercado para México.
Busquen en internet la empresa MP Materials, el único productor estadounidense de tierras raras totalmente integrado.
Basada en Nevada, con producción en California, firmó hace dos meses un acuerdo de 400 millones de dólares con el Pentágono que podría darle al gobierno de ese país alrededor del 15 por ciento de participación de esa compañía que hoy vale ya 5 mil 438 millones de dólares, según Bloomberg.
Eso es más del triple con respecto a noviembre del año pasado.
¿La razón? El Pentágono se ha comprometido a comprar todos los imanes producidos en esta nueva planta durante 10 años.
Otra productora de tierras raras con la que se involucró el Pentágono es Vulcan Elements.
¿Y aquí cómo podrían entrar los mexicanos? Es difícil entrar por la vía directa de la explotación minera, pues recientes reformas legales de México impiden a empresas invertir en la producción de tierras raras. Eso es nuevamente una prerrogativa del gobierno.
Pero existe una demanda de servicios que apoyen las operaciones mineras modernas.
SynerTech México, CAM, Lasec, empresas mexicanas poco vistas que ofrecen equipos para minas, tecnologías de automatización o soluciones ambientales pueden beneficiarse.
Y eso es solo el extremo de una cadena de suministro que abre vetas en todo el resto del proceso. Ayer les hablé de Foxconn con Nvidia en superchips tapatíos.
¿Ya les dije lo que juntos quieren hacer con los coches autónomos?