Este fin de semana más de un millón de católicos LGBT+ participaron en una peregrinación al Vaticano, en el marco del Año Santo, una primicia hacia una mayor diversidad en la Iglesia Católica.
Es la primera vez en la historia que se registra una peregrinación de este tipo, que reunió a personas procedentes de una veintena de países, quienes respondieron a la invitación de la asociación italiana La Tenda di Gionata (La tienda de Jonatán) para participar en el Jubileo de la Iglesia, organizado cada 25 años.
Yveline Behets, mujer transgénero de 68 años llegada desde Bruselas, recorrió 130 km a pie junto con una treintena de personas LGBT+ a lo largo de la Vía Francígena para llegar a Roma. La vía es una ruta de peregrinación que comienza en Inglaterra, atraviesa Francia, Suiza y termina en la Plaza de San Pedro en el Vaticano.
Los peregrinos participaron en una misa presidida por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana en la iglesia del Gesù, en pleno centro de Roma, tras una vigilia de oración el viernes, marcada por testimonios.
Los participantes, acompañados de una cruz con los colores arcoíris, caminaron por la tarde por la principal arteria que lleva hacia el Vaticano para cruzar la "Puerta santa" de la imponente basílica de San Pedro.
Uno de los peregrinos comentó que se espera que esta acción "permita a personas que están a medio camino animarse a ser más acogedoras con los homosexuales dentro de la Iglesia". Pero en una institución bimilenaria, cuyo catecismo considera los actos homosexuales como "intrínsecamente desordenados", el camino sigue siendo largo.
Desde su elección en 2013 hasta su muerte en abril pasado, el papa Francisco, ferviente defensor de una Iglesia abierta a "todos, todos, todos", multiplicó los gestos de acogida hacia la comunidad LGBT+, sin hacer evolucionar la doctrina. Su decisión a finales de 2023 de abrir la posibilidad de bendiciones a las parejas del mismo sexo provocó una fuerte oposición en los sectores conservadores, especialmente en África.
Para Beatrice Sarti, italiana de 60 años que acudió para acompañar a su hijo gay, "todavía queda mucho por hacer".
"Nuestros hijos ya no van a la iglesia porque se les hizo sentir que estaban equivocados. Eso debe cambiar", explica esta mujer de Bolonia, en el norte de Italia, miembro del comité de La Tenda di Gionata.
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LMR