Cambio de paradigma comercial en México, más allá de los aranceles

Por claudia , 18 Diciembre 2025

En días recientes, la conversación pública se ha centrado en una decisión legislativa trascendental: la aprobación en la Cámara de Diputados, en la madrugada del 10 de diciembre, de la reforma a la Ley de los Impuestos Generales de Importación y de Exportación. Como suele suceder con los temas económicos, han surgido interpretaciones de todo tipo. He escuchado voces que la califican como una medida puramente recaudatoria; otras la ven como un regreso al proteccionismo del pasado; y no falta quien afirma que esto no es más que un acto de sometimiento a presiones de Estados Unidos.

Es normal que existan estas lecturas. Y aunque sabemos que se va a recaudar dinero, que se protege a la industria nacional, y nos acercará a nuestros socios comerciales con tratados, la reforma va mucho más allá de esto. Hoy quiero explicar con claridad qué votamos, por qué lo hicimos y qué significa para el futuro económico de México.

1) El mundo cambió: el comercio ya no es solo economía, también es poder

Durante décadas operamos bajo un consenso global: libre comercio casi irrestricto y reglas multilaterales como cancha común. La promesa era sencilla: si comerciábamos con el mundo, la prosperidad llegaría casi por inercia. Pero no ocurrió así para todos, y el sistema se fracturó.

Hoy vivimos un entorno más volátil, donde las grandes potencias usan el comercio como instrumento de política mediante incentivos, sanciones, controles, subsidios y restricciones tecnológicas. En este mapa, seguir jugando con el manual de los años noventa no es sensato, es una ingenuidad que puede costarnos desarrollo.

2) Nuestro diagnóstico: asimetrías reales con países sin tratado

Parte de la motivación de esta reforma es reconocer una realidad: las asimetrías comerciales se han profundizado con países con los que no tenemos Tratados de Libre Comercio. Y el caso más visible, por su volumen, es China.

Nadie niega sus avances: eficiencia industrial, escala o capacidades tecnológicas. El problema es otro: no competimos en un terreno parejo. En muchas industrias las reglas no son equivalentes, desde subsidios y apoyos estatales hasta prácticas que distorsionan mercados. Y eso, acumulado por años, termina pasando factura a sectores que sí generan empleo aquí.

Los datos lo muestran. Según la balanza comercial de Banco de México (2024), China representa cerca del 20.8 por ciento de todo lo que México importa, mientras que México envía hacia allá menos del 2 por ciento de sus exportaciones. El resultado es un déficit cercano a 90 mil millones de dólares. Ese desbalance presiona especialmente a sectores como textil, calzado y acero, donde la pérdida de competitividad no siempre responde a ineficiencia, sino a la ausencia de un “piso parejo”.

3) Qué es esta reforma: defensa comercial + política industrial

Con ese diagnóstico, la respuesta del Estado mexicano no podía ser la inercia. Por eso sostengo que esta reforma tiene un sentido estratégico: es una herramienta de defensa comercial y política industrial, no un simple aumento de impuestos.

En términos prácticos, funciona como el brazo comercial del Plan México: una agenda de reindustrialización y fortalecimiento de cadenas de valor, para que México produzca más de lo que consume y agregue más valor en su territorio.

Y aquí está el punto clave: no es una reforma diseñada para “recaudar más”. El escenario ideal es que la recaudación no sea el protagonista. ¿Por qué? Porque eso significaría que parte de la demanda ya se desplazó hacia proveedores nacionales y que nuestras empresas están generando más ventas y más empleo.

4) No es proteccionismo ciego: es una señal de reciprocidad y una invitación para negociar

Esta medida no busca “cerrar fronteras”. Tampoco es un proteccionismo a la antigua, autárquico y ciego. Es una política de defensa comercial inteligente: México quiere comerciar y competir, pero bajo un marco de reciprocidad.

Mexican map with thousands of peso notes in several denominations ready for going on vacation. The image features bundles of new Mexican peso notes on a generic School Atlas background showing the Mexican country and the word Mexico in the Caribbean Sea.

El mensaje hacia países con desequilibrios persistentes es directo: México está dispuesto a comerciar, pero también a corregir distorsiones. No es una guerra comercial; es una señal para sentarse a la mesa y construir acuerdos con reglas más justas y verificables.

5) La preocupación legítima: ¿encareceremos insumos y frenaremos fábricas?

La duda es razonable: ¿qué pasa si, al ajustar aranceles, encarecemos insumos que nuestras industrias necesitan y terminamos afectando producción, empleo e inflación?

Justo por eso el trabajo se hizo con criterio técnico. No fue una reforma “al vapor”. Se analizaron las 1,463 fracciones arancelarias con una lógica sencilla: proteger lo que México ya produce y, al mismo tiempo, no castigar insumos críticos.

  • Se gravaron productos donde México tiene producción o capacidad real de producir competitivamente, para evitar que sectores locales compitan con desventajas estructurales.
  • Se excluyeron o mantuvieron bajos aranceles en insumos estratégicos que México no produce, para no romper cadenas de suministro ni trasladar presiones inflacionarias.

Un ejemplo claro está en autopartes. En rubros donde México es un gran productor, se gravaron con cerca de 25 por ciento casi todas las autopartes para evitar que la industria compita con desventajas frente a importaciones provenientes de países sin tratado. Pero en componentes sensibles donde no siempre producimos localmente versiones de última tecnología (como las bolsas de aire) se mantuvo un arancel menor, de 7 por ciento, precisamente para no afectar la competitividad y, sobre todo, para no introducir riesgos de seguridad en autos de consumo nacional.

6) La diferencia con el aislacionismo: México apuesta por aliados y por reglas claras

El análisis incluyó una segunda pregunta decisiva: si México no produce un insumo, ¿lo fabrica alguno de nuestros socios comerciales?

Ahí está la diferencia con el aislacionismo. México no se está cerrando: está reordenando su proveeduría hacia socios con Tratado, con reglas previsibles, marcos jurídicos claros y mecanismos de solución de controversias.

Con una red de 14 Tratados de Libre Comercio con 52 países, la lógica es simple: si necesitamos importar, es preferible hacerlo desde entornos de certidumbre y reciprocidad, que desde espacios donde las reglas son inciertas o donde las distorsiones son difíciles de corregir.

Esto también responde a quienes afirman que la reforma es “mandatada” por Estados Unidos. Sí, compartimos el objetivo de fortalecer Norteamérica, pero la visión es global: al ajustar aranceles a países sin Tratado, incentivamos la diversificación hacia Europa, América Latina y otros socios. Y al comprar más a quienes sí tienen un marco pactado con México, también fortalecemos nuestra posición para exigir que ellos nos compren más.

7) Implementación con “válvula de seguridad”: flexibilidad para garantizar abasto competitivo

Soy consciente de que la transición puede ser complicada. Hay insumos que hoy se consiguen casi exclusivamente en países sin Tratado, o cuyo cambio de proveedor toma tiempo. No queremos que ninguna fábrica pare.

Por eso impulsé una reserva para incluir un transitorio que funciona como válvula de seguridad. El transitorio establece:

“Sobre los aranceles motivo de esta reforma y con el objetivo de garantizar el abasto de insumos en México en condiciones competitivas, la Secretaría de Economía podrá implementar mecanismos e instrumentos jurídicos específicos correspondientes para la importación de mercancías provenientes de países con los que el Estado mexicano no tenga Tratados de Libre Comercio.”

En pocas palabras: la reforma protege la producción nacional, pero no sacrifica el abasto. Y para que este mecanismo cumpla su objetivo de garantizar los insumos en condiciones competitivas, estos “instrumentos jurídicos específicos” deben sostenerse con criterios técnicos, evidencia y transparencia y, muy importante, deben incluir el diálogo con los sectores productivos.

Conclusión: un cambio de paradigma para competir con piso parejo

Esta reforma representa un cambio de paradigma: dejar atrás la ingenuidad comercial para adoptar una postura de inteligencia geopolítica. Es proteger lo hecho en México, fortalecer alianzas confiables y darnos herramientas para navegar un mundo más complejo.

No se trata de aislarnos. Se trata de competir con piso parejo, defender empleo y producción nacional, y construir cadenas de valor más fuertes para que el talento mexicano pueda competir y ganar.

 

clh

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