De acuerdo con el calendario litúrgico que rige a la Iglesia católica, el Adviento es el tiempo de preparación para el nacimiento del Hijo de Dios, la esperanza antes de la navidad.
Durante los cuatro domingos previos a la nochebuena se enciende una veladora y este fin de semana, 21 de diciembre se encendió la cuarta y última vela. Cada vela de Adviento encendida marca un paso más cercano al nacimiento de Jesús y recuerda valores fundamentales para la vida cristiana.
El último domingo de Adviento tiene un significado especial, ya que anuncia que la celebración del nacimiento de Cristo está muy próxima.
La última vela es de color morado, aunque en algunas tradiciones puede ser blanca, su luz simboliza que la celebración del nacimiento de Cristo está muy próxima. Este gesto recuerda la llegada de la luz al mundo en la persona de Jesús, el Salvador esperado.
La Corona de Adviento, más allá de su valor decorativo, es un símbolo cristiano cargado de significado. Su uso se remonta a 1839 en Europa, donde comenzó a emplearse como parte de la preparación para la celebración del nacimiento de Jesús.
El término Adviento proviene del latín adventus, que significa “llegada”, y hace referencia a la espera del Salvador, una espera que invita a la meditación y a la reflexión personal.
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LMR