El exceso de azúcar no solo se refleja en el aumento de peso o en problemas metabólicos, también puede impactar directamente en el cerebro, provocando alteraciones en los circuitos relacionados con el placer y la motivación, de acuerdo con un análisis de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El artículo de UNAM Global explica que los azúcares añadidos activan el sistema dopaminérgico mesolímbico, conformado por el área tegmental ventral y el núcleo accumbens, los mismos que responden a drogas o conductas adictivas. Este proceso refuerza la ingesta compulsiva, ya que el cerebro asocia la dulzura con una recompensa inmediata.
Los investigadores subrayan que, tras una exposición constante, el sistema dopaminérgico se adapta y demanda mayores cantidades para alcanzar la misma sensación de placer, fenómeno comparable a la tolerancia en adicciones. De ahí que el consumo compulsivo de productos azucarados se vuelva un ciclo difícil de romper.
Aunque aclaran que el azúcar no cumple todos los criterios clínicos para catalogarse como droga, sus efectos sobre los mecanismos cerebrales del placer se asemejan a los de sustancias adictivas. La UNAM recomienda limitar los alimentos ultraprocesados, leer etiquetas y privilegiar fuentes naturales como las frutas para mantener una dieta equilibrada y proteger la salud mental y física.
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