México.- En la comunidad de Xochitlán Todos Santos, en la Mixteca poblana, la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM –en coordinación con la Secretaría de Medio Ambiente del estado de Puebla y el gobierno municipal– llevó a cabo una Jornada de Salud y Bienestar Animal que transforma vidas, tanto humanas como animales.
Burros, mulas y caballos jalando carretas, cargando leña, acarreando agua o labrando la tierra… Así transcurre la cotidianidad en esta región montañosa de Puebla, donde la tracción y la carga animal son esenciales para la subsistencia.
“Es una comunidad con una gran diversidad de actividades en las que los equinos de trabajo son fundamentales”, explicó en entrevista Mariano Hernández Gil, secretario de Vinculación y Proyectos Especiales de la FMVZ. “Aquí, los animales no sólo transportan personas o mercancías, también jalan arados o carretones con herramientas agrícolas”.
A lo largo del tiempo, las Jornadas de Bienestar y Salud se han presentado en diferentes lugares, entre los que destacan:
- En Querétaro, las comunidades de Loberas y Bondotal, en el municipio de Ezequiel Montes; el Sauz y Tejocote, en el municipio de Tequisquiapan; y Santa Rosa Xalay y Vaquerías, en el municipio de San Juan del Río, donde el Centro de Enseñanza, Investigación y Extensión en Producción Animal en Altiplano, de la FMVZ, tiene influencia.
- En el estado de Veracruz han acudido a comunidades de los municipios de Nautla, Vega de Alatorre, Colipa, Yecuatla, Juchique de Ferrer y Misantla, donde se tiene la influencia del Centro de Enseñanza, Investigación y Extensión en Ganadería Tropical de la Facultad.
- En el Estado de México, en el área de influencia del Centro de Enseñanza, Investigación y Extensión en Producción Agrosilvopastoril, en el municipio Chapa de Mota, en las comunidades de: Chapa de Mota (cabecera), Tenjay, Ventey, La Loma, Barajas, Ejido de Barajas, Santa María, La Esperanza, La Soledad y San Luis Taxhimay.
- En Puebla han acudido a San Juan Tepulco, en Acajete, y Los Reyes, gracias a la ayuda de la Secretaría del Medio Ambiente, del mismo gobierno del estado de Puebla.
- Y recientemente han iniciado trabajos en comunidades de la alcaldía de Tlalpan, en Topilejo, a través del Centro de Enseñanza Práctica e Investigación en Producción y Salud Animal, en coordinación con la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural de la Secretaría del Medio Ambiente de Ciudad de México (CdMx).
“Venimos a entender”
Estudiantes de Veterinaria de la UNAM participan en una jornada que integra atención médica, diagnóstico del estado físico de los equinos y diálogo directo con la comunidad sobre prácticas de manejo, alimentación y salud animal.
“No venimos sólo a curar; también a entender el contexto en el que estos animales viven y trabajan, y a formar profesionales capaces de adaptarse a realidades diversas”, señaló Hernández Gil.
Las jornadas de salud y bienestar en ecosistemas con animales pueden desplegarse en comunidades rurales, en zonas periurbanas con caballos recolectores de basura o en granjas familiares con gallinas y cabras.
Su objetivo va más allá de los cuidados veterinarios: busca generar un bienestar integral en sistemas donde conviven animales, personas y medio ambiente.
“Lo más valioso es que los estudiantes aprenden de primera mano y la comunidad recibe atención especializada para sus animales, que son parte vital de su economía y vida diaria”, agregó Hernández.
Las y los alumnos no sólo aplican lo aprendido en clases, sino que se exponen a condiciones reales de trabajo, escuchan a las personas que cuidan a estos animales y comprenden sus necesidades.
Aunque esta jornada se enfoca en equinos, durante la visita surgió un nuevo reto: una mujer llevó una cabra enferma y describió un patrón de muerte repentina.
“Eso abre un tema de investigación. Como Universidad Nacional tenemos el compromiso de responder también a esas necesidades emergentes”, comentó el académico.
Estas actividades forman parte de la vocación social de la UNAM. La meta es formar profesionales competentes con un enfoque global, preparados no sólo para trabajar en clínicas, sino también integrarse en proyectos de desarrollo sostenible en cualquier parte del mundo, desde Etiopía hasta Chiapas.
Los estudiantes que participan no son exclusivamente del equipo de Hernández, sino que además provienen de otras asignaturas como Bienestar Animal. Gracias a la coordinación entre docentes, estas jornadas enriquecen la formación académica con experiencias interdisciplinarias.
Gerónimo, el caballo que es parte de la familia
Uno de los asistentes a la jornada fue José Luis González Merino, habitante de Xochitlán, quien llevó a su caballo Gerónimo para una revisión general. “Le afinaron sus pezuñas, lo desparasitaron y le pusieron vitaminas”, contó con una sonrisa.
Aunque no sabe con exactitud cuántos años tiene su caballo, calcula que está en la mitad de su vida: “Conmigo tiene como tres años. Lo compré ya grandecito”.
No es sólo un animal de carga: Gerónimo es compañero de trabajo, transporte ocasional y motivo de cariño entre estudiantes y vecinos. “Lo uso para cultivar: le pongo una herramienta que le decimos cultivadora, y con eso limpia las malezas de las plantas. También sirve para los picantes, los frijoles y el maíz, sobre todo en la zona de riego”.
Don José cuida a su caballo como si fuera un trabajador más. “Le tengo que llevar su lonche. Le echo su alfalfa con maíz, su bote con agua… y si trabaja tres horas, descansa dos. A veces labora ocho, a veces nada. Come más de lo que trabaja, pero así debe ser”.
Gerónimo no está herrado. Su dueño explica que eso lo protege: “Como lo usan mis hijos o sus amigos para ir al centro, y a veces lo jalan niñas, prefiero que no tenga herraduras. Si las tuviera y pisa a alguien, puede lastimar. Así como es, mansito, no pasa nada”.
La conexión entre José Luis y su caballo va más allá de lo funcional. Es una relación de confianza y respeto mutuo. “Puedes pasar por debajo de él y no te patea, te conoce. Sólo se asusta con el color blanco, no le gustan los guantes claros ni la luz que refleja. Pero de ahí en fuera es un buen caballo”.
Tanto así que, si se aleja por los campos, no hay preocupación: “Ya sé que regresa. Aquí tiene buena comida, buena bebida”.
Testimonios que fortalecen
Los relatos como el de don José reflejan lo que estas jornadas representan: no sólo una mejora en la salud de los animales, sino también un reconocimiento a la profunda relación que las personas tienen con ellos.
“Aquí los animales no son sólo herramientas de trabajo, son parte de la familia, y por eso se cuidan, se conocen, se entienden”, concluyó Mariano Hernández Gil.
En Xochitlán, como en muchos rincones del país, los ecosistemas humanos y animales se entrelazan con sabiduría ancestral. Gracias a programas como estas jornadas, también lo hacen con ciencia, respeto y aprendizaje compartido.
Aprender en campo
Entre los estudiantes que participaron en la jornada se encuentra Sofía Valdez, alumna del décimo semestre de la carrera de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM. Con apenas unos meses para concluir sus estudios, decidió cursar la materia optativa de Bienestar Animal, convencida de que la salud de estos seres comienza por su entorno.
“Muchas enfermedades en los animales de producción tienen su origen en un manejo inadecuado. Por eso el bienestar animal no es algo opcional: es el pilar para tener sistemas sanos y sostenibles”, mencionó mientras medía la alzada de una mula.
Durante la jornada, Valdez y sus compañeros realizaron desparasitaciones, vitaminaciones y mediciones morfométricas de los equinos. Medir cuello, tórax y largo del cuerpo es fundamental para determinar su capacidad de carga y evitarles daños.
Aunque su interés profesional está más enfocado a la clínica de pequeñas especies, valora profundamente salir al campo. “Esto me da otra perspectiva de la medicina veterinaria. No es sólo curar, es entender el entorno, el trabajo que hacen los animales y la vida de las personas que dependen de ellos”.
Lejos de intimidarse, para ella estar en campo es una experiencia enriquecedora. “No me da miedo. Me gusta mucho. Aquí aprendo cosas que no te enseñan en el salón: manejo, contacto real con animales grandes y, sobre todo, cómo convivir y entender a las personas que los cuidan”.
Más allá del conocimiento técnico, lo que se lleva Sofía Valdez de esta jornada es algo más íntimo. “Estar aquí me da paz. Ver cómo vive la gente, platicar con ellos, conocer sus prácticas, todo eso me deja una enseñanza que no te da ningún libro”.
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Fotos: Paola Rodríguez/Roberto Torres
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