¿Una nueva crisis financiera en el mundo?

Por leticiam , 23 Octubre 2025
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Cada vez más analistas y observadores han puesto sobre la mesa esta posibilidad con creciente frecuencia, estableciendo una analogía entre lo sucedido hace un cuarto de siglo —cuando sobrevino el “reventón” de las punto com— y la coyuntura actual.
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¿Estamos ante la inminencia de un desplome en los precios de las acciones en Estados Unidos?

Cada vez más analistas y observadores han puesto sobre la mesa esta posibilidad con creciente frecuencia, estableciendo una analogía entre lo sucedido hace un cuarto de siglo —cuando sobrevino el “reventón” de las punto com— y la coyuntura actual.

Para quienes ya no recuerdan aquel periodo de cotizaciones demenciales, conviene señalar que solo en 1999 el índice Nasdaq Composite se disparó 86 por ciento.

Algunas acciones crecieron desaforadamente, como la de Cisco, que llegó a multiplicar su valor en 3 mil 800 por ciento antes del desplome de marzo del año 2000.

Tras el estallido de la burbuja, el Nasdaq retrocedió entre 2000 y 2002 un 78 por ciento, mientras que las acciones de Cisco —solo por seguir con el ejemplo— se desplomaron casi 90 por ciento.

El recuerdo de ese periodo fue traído a colación esta semana por Gita Gopinath, quien fuera economista en jefe del FMI de 2019 a 2022 y luego subdirectora gerente de ese organismo desde 2022 hasta septiembre de este año. Hoy es profesora de Harvard y acaba de publicar un artículo titulado “¿Un desplome como ningún otro?” en la edición de esta semana de The Economist.

Aunque no hemos visto aún las alzas de hace 25 años, no estamos tan lejos de ellas. Las acciones de las llamadas “Siete Magníficas” (Nvidia, Tesla, Meta, Alphabet, Amazon, Apple y Microsoft) han crecido aproximadamente 75 por ciento de octubre de 2023 a la fecha; en particular, Nvidia ha subido alrededor de 300 por ciento.

El Nasdaq Composite, índice que agrupa a muchas tecnológicas, también ha escalado cerca de 75 por ciento en el lapso referido.

Si consideramos la relación precio de mercado/valor en libros, las siete acciones mencionadas cotizan a un múltiplo de 13 veces, pero Nvidia y Apple lo hacen a 40 veces o poco más.

El artículo de Gopinath analiza cuáles fueron los impactos económicos del desplome de las punto com hace 25 años y cuál podría ser hoy el de las empresas tecnológicas.

Sus consecuencias serían severas si la debacle fuera equiparable.

 

La execonomista del FMI calcula que una caída similar podría conducir a una pérdida de 20 billones (trillions) de dólares en la riqueza de los hogares estadounidenses.

 

Este monto equivale aproximadamente a 70 por ciento del PIB de Estados Unidos.

 

Se trata de activos. Al estimar la pérdida en ingresos, el cálculo resultante es una caída directa de alrededor de 3.5 puntos porcentuales del PIB, aun sin considerar efectos indirectos como una contracción de la inversión.

Hace un cuarto de siglo, el mayor impacto se produjo en 2001, cuando el PIB de Estados Unidos apenas creció 0.2 por ciento luego de haber tenido un ritmo de 4.8 por ciento en 1999.

La economista piensa que hoy el impacto sería sustancialmente mayor.

En la medida en que inversionistas de todo el mundo también poseen activos en Estados Unidos, habría un efecto externo, además de los impactos indirectos que se generarían.

El análisis referido estima que las pérdidas patrimoniales fuera de EU serían de alrededor de 15 billones de dólares, equivalentes a 10 por ciento del PIB del resto del mundo fuera de EU.

En el pasado, una situación crítica de las finanzas provocaba que billones de dólares corrieran en busca de la seguridad que ofrecen los bonos del Tesoro estadounidense, lo que fortalecía al dólar y mitigaba el impacto de la caída accionaria.

En el contexto actual, quizá no se presente ese fenómeno, lo que agravaría la situación para Estados Unidos.

Los más optimistas suponen que, a diferencia del auge de las acciones vinculadas con la difusión de internet, ahora, con el empuje de la inteligencia artificial, no veremos un desplome como el de hace un cuarto de siglo.

Cuando se habla de los riesgos de una crisis financiera, siempre se dice: “esta vez será diferente”, y acabamos repitiendo la historia.

Yo soy de los que piensan que aún no calibramos correctamente el impacto que la inteligencia artificial tendrá en la productividad del trabajo.

Sin embargo, ese impacto no se materializará en los siguientes meses ni en el próximo año.

Y, mientras tanto, los precios de las acciones siguen su ascenso.

El desplome de las punto com no impidió que internet irrumpiera e impulsara de modo espectacular la productividad en este siglo, pero sí generó turbulencia financiera por muchos meses.

Ojalá en esta ocasión no ocurra lo mismo, pero hay que estar conscientes de que el riesgo de un desplome existe. Para que luego no se diga que no fuimos advertidos.

 

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Columna Coordenadas de Enrique Quintana en El Financiero

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