Caso Cohen: más dudas que certezas

Por leticiam , 23 Octubre 2025
Sumario
La investigación ‘muy a fondo’ que prometió la semana pasada la fiscal Bertha Alcalde es una burla para la familia de David Cohen, para sus amigos y para la sociedad en general.
Cuerpo de la Nota

A una semana de la ejecución del abogado David Cohen en las escalinatas del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, hay más dudas que certezas. La fiscalía capitalina se ha encargado de ello, con sus omisiones, hermetismo y contradicciones. Como se sostuvo la semana pasada, es una investigación donde parece que no quieren investigar, y apunta a un encubrimiento que comenzó inmediatamente después del asesinato. La investigación “muy a fondo” que prometió la semana pasada la fiscal Bertha Alcalde es una burla para la familia de Cohen, para sus amigos y para la sociedad en general.

La investigación de la fiscalía está llena de hoyos:

1.- Los videos del asesinato y la huida del tirador principal confirman su primera mentira: que habían huido en bicicleta. Se fueron corriendo.

2.- La afirmación de que habían detenido al asesino, Héctor Hernández Escartín, se desvaneció con la evidencia videograbada. Él fue cómplice y, probablemente, chivo expiatorio de quienes ordenaron el crimen. Sus torpes movimientos al huir y el miedo que se aprecia cuando le apunta un policía, no representa el sicario que, como dijo en sus primeras declaraciones extraoficiales a la policía filtradas a la prensa, tuviera experiencia previa en ejecuciones.

3.- La fiscalía detuvo a Donovan, a quien ahora señala como el asesino principal, sin aportar la prueba de que, en efecto, es la misma persona que se ve ejecutando a Cohen portando un casco de motociclista. La vinculación de Donovan-asesino con el casco la hizo la prensa, sin pruebas aún de que sean la misma persona. Tampoco ha difundido imágenes de las cámaras del C4, o de alguna de las dependencias públicas en la zona que, por ejemplo, muestren al asesino del casco azul entrando a la vecindad en Doctor Erazo número 139, donde dicen que se metió. La fiscalía ha dejado que esa versión se instale como verdad.

4.- Las autoridades dijeron que Donovan se robó una bicicleta y se metió en la vecindad de Doctor Erazo, donde se cambió de ropa y salió para tomar un taxi de aplicación a Iztapalapa, donde lo detuvieron. El video de la huida del asesino del casco azul muestra que tras dispararle al abogado, corrió por la calle Doctor Liceaga hacia la avenida Cuauhtémoc. Doctor Erazo es paralela a Doctor Liceaga, y el número 139 está a la misma altura del tribunal. En el video no se aprecia en ningún momento que el asesino hubiera dado vuelta a su izquierda para llegar a Doctor Erazo. Tampoco hay pruebas de que hubiera robado una bicicleta para ir a la vecindad. Por la velocidad con la que corrió, habría llegado más rápido a pie que en la bicicleta.

5.- No se han dado a conocer las pruebas de rodizonato de sodio, que ayuda a detectar residuos de disparo con armas de fuego, para saber si las personas detenidas dispararon sus pistolas.

6.- Tampoco se han presentado los peritajes de balística para determinar qué arma fue utilizada para asesinar al abogado, y confirmar si la que le adjudicaron a Hernández Escartín, una Smith & Wesson de .9 milímetros, fue una de las empleadas.

7.- Las autoridades no han mostrado el arma asesina. De hecho, la primera acusación contra Donovan para vincularlo a proceso no hablaba del delito de homicidio, sino contra la salud, un método tramposo que se ha utilizado desde la administración anterior para detener a la persona a la que señalaron como responsable de un crimen, decir que continúan investigando, y posteriormente, se puede argumentar, cuadrar sus declaraciones con el final que desean las autoridades.

8.- La fiscalía no cuidó la cadena de custodia de las evidencias. La más delicada es el teléfono celular de Cohen, que no forma parte de las evidencias porque se le entregó a su familia el mismo día del asesinato, sin haberle hecho el forense móvil, la técnica para acceder a la memoria, obtener los datos, los archivos, las imágenes, screen shots, la información en la nube y la recuperación de los archivos borrados. Su información era invaluable, por lo que podía aportar a la investigación.

9.- La fiscalía aseguró que los asesinos llegaron en una motocicleta al tribunal casi una hora antes de que saliera Cohen del inmueble. La motocicleta estuvo estacionada frente al tribunal todo ese tiempo y no formó parte de las evidencias. La policía la recogió y manipuló para subirla a un transporte y llevarla a algún depósito oficial, sin que le hubieran realizado un peritaje, que en lo más básico, es para buscar huellas.

10.- Cohen había ido a ver al presidente del tribunal, Rafael Guerra, a las 14:00 horas, pero no lo pudo recibir. Le pidieron que regresara a las 15:30, pero tampoco lo atendió porque estaba en una reunión con los sindicatos. Las autoridades no han determinado con quién estuvo entre esa hora y alrededor de las 16:19 cuando salió del tribunal, segundos antes de que lo mataran. Y si continúan sin llamar a declarar a las personas con las que tuvo contacto ese mediodía, personalmente o telefónico, ese será uno de los grandes misterios que la fiscalía no quiso investigar.

11.- La fiscalía, en otra gran anomalía, no ha llamado a declarar a nadie en el tribunal. Por lo tanto, no pueden determinar quién pudo haber dado el pitazo para que los asesinos pudieran ir a esperarlo a las escalinatas.

12.- Los agentes filtraron a la prensa que un policía de Investigación –que depende de la fiscalía–, identificado como Víctor Manuel Velázquez, es quien corrió tras Hernández Escartín, lo hirió y detuvo. Velázquez iba en camisa blanca y corbata negra, y en otro video de la llegada de Cohen al tribunal, viene caminando junto a él, como si fuera su escolta. Ese dato se escondió y no se ha aclarado cuál era su relación con el abogado.

La fiscalía tiene que llenar los huecos y establecer con pruebas sólidas que Donovan, en efecto, es el sicario principal. Es lo más urgente, porque el asesinato de Cohen es idéntico al de los colaboradores de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada, Ximena Guzmán y José Muñoz, en mayo: un sicario profesional los esperó en la calle donde sabía que iban a llegar; con una pistola les disparó certeramente mientras caminaba, observó que hubieran muerto sus víctimas y se fue corriendo. En ambos casos, llevaba un casco de motociclista para evitar el reconocimiento facial.

Los asesinatos no pueden morir, permítase la alegoría, de un segundo tiro, la impunidad.

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Columna Estrictamente Personal de Raymundo Riva Palacio en El Financiero

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