En Durango, una menor de apenas 14 años murió en una mesa quirúrgica. No fue víctima de una enfermedad ni de un accidente. Su “regalo de 15 años” fue una cirugía estética: implantes de senos, una liposucción y una lipotransferencia de glúteos.
El obsequio, pensado como un paso hacia la “belleza”, terminó con la vida de la adolescente.
La tragedia es todavía más dolorosa cuando se conoce quiénes estaban detrás: la cirugía fue realizada por su padrastro, asistido por su propia madre.