Derecho a disentir

Por claudia , 17 Septiembre 2025

Condeno todo tipo de violencia, y en particular, la que se refiere a la política. El asesinato de Charlie Kirk, ocurrido mientras participaba en un acto público de debate en la Universidad del Valle de Utah, debe despertar la conciencia cívica de las y los demócratas liberales en todo el mundo. Sea cual fuere su orientación política, su proyecto económico, su ideología moral y su convicción social, nada puede justificar el uso de la fuerza como medio de coacción o censura. En una democracia, la política debe ser entendida como un intercambio de ideas, no como una pugna para silenciar o eliminar al adversario. Este fatal hecho demanda una respuesta pública, clara y que repudie sin ambigüedades toda forma de violencia política en cualquier parte del mundo.

No pretendo defender posturas ajenas, con las cuales puedo no coincidir. Me motiva, antes que nada, preservar los principios que originan y alimentan la convivencia democrática. François-Marie Arouet (1694 – 1778), mejor conocido como Voltaire, lo sintetizó en una máxima que permanece vigente: “podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.

Recordemos también, con humildad republicana, palabras de grandes demócratas liberales que marcaron la historia: Thomas Jefferson (1743 – 1826) dijo que “una opinión equivocada puede ser tolerada donde la razón es libre de combatirla”. Benito Juárez (1806 – 1872) nos legó el aforismo “el respeto al derecho ajeno es la paz”. Del mismo modo, el pensador británico John Stuart Mill (1806 – 1873) nos enseñó que el libre flujo de ideas sirve para llegar a una verdad compartida y consensuada. Para Mill, el único límite justificado al discurso se alza cuando la expresión causa daño directamente o incita a cometer actos dañinos.

Las frases y posturas anteriores no son simples adornos del discurso, sino mandatos éticos para quienes creemos que la libertad de expresión es el oxígeno de la democracia. La libre circulación de ideas y la tolerancia también son principios prácticos que deben orientar la acción pública y la convivencia social. Traigo a colación la metáfora del “mercado de las ideas”: al someter el valor de cada argumento a prueba, podremos aproximarnos a las respuestas más racionales y justas para la sociedad que las discute. El homicidio de cualquier persona que somete su punto de vista al escrutinio ciudadano es una derrota para quienes participan en esa conversación social, pues les priva de conocer una propuesta alternativa, distinta, incluso impopular.

Desde distintos espacios políticos, numerosas voces han repudiado el asesinato y la exaltación de la violencia. Personas con posturas políticas tan disímiles a las de Kirk, como el senador demócrata Bernie Sanders, han condenado rotundamente el hecho y han llamado a defender la libertad de expresión y la civilidad dentro del debate político. Esa unidad mínima en torno a la no violencia debe inspirar también a quienes ejercemos funciones públicas en otras latitudes. La defensa de los procesos democráticos, esencialmente pacíficos, no es exclusiva de una sola ideología, partido o gobierno.

En México, nuestra presidenta Claudia Sheinbaum, al contestar una pregunta sobre el caso, expresó su rechazo frente a cualquier acto de violencia política. Comparto plenamente esa condena. Repudio esta acción y todas aquellas que pretenden acallar adversarios ideológicos. No debemos permitir que los asesinatos, las amenazas, la violencia política de género y las campañas de acoso digital se naturalicen ni se instrumentalicen como respuesta a lo que se considera distinto. La réplica civilizada al contrincante político es el contrargumento, el debate en plazas públicas y foros institucionales; jamás la agresión. Voy más allá: la construcción de acuerdos mediante la palabra es una capacidad que nos hace humanos, que nos separa de las demás especies animales.

Me preocupa sobremanera que episodios como el crimen contra Charlie Kirk alimenten dinámicas de venganza y legitimen la idea de que la eliminación del otro es un recurso político válido. Hemos visto en estos días cómo reacciones airadas y mensajes de exaltación en redes sociales han intensificado el dolor, el encono y la polarización. Pero insisto: la democracia liberal, y su dimensión deliberativa, se sustentan en la tolerancia hacia lo radicalmente diferente y en la convicción de que las ideas deben combatirse con razones, no con armas.

Ejemplos recientes de violencia política abundan en el mundo. Las muertes del senador y precandidato Miguel Uribe Turbay en Colombia y de la congresista local de Minnesota, Melissa Hortman, así como el asesinato de decenas de personas jóvenes manifestantes por fuerzas del orden en Nepal, son solo algunas muestras de estos hechos durante este 2025.

Como les decía, defender la tolerancia y la libertad de expresión implica aceptar que en el debate público se pronuncien ideas que pueden resultarnos ofensivas o incómodas. Esa incomodidad es, en cierto modo, la prueba de que la libertad circula y que la razón tiene oportunidad de ejercer su fuerza persuasiva. Kirk criticó a nuestra presidenta, pero no por eso merece ser agredido. Él no promovía el uso de la violencia. Más bien, fomentaba el diálogo, el debate y sometía sus posturas a juicio de su interlocutor, particularmente gente joven, mucha de ella desencantada de la política en muchos países, no solamente en Estados Unidos.

Ante una tesis con la que no estemos de acuerdo, respondamos con una antítesis, y dialoguemos para generar una síntesis de aquellas posturas contrapuestas. Si nos confrontan con una idea antiinmigración, mostremos los beneficios culturales y económicos que las personas migrantes pueden brindar a una sociedad. Frente a una defensa a ultranza de la posesión de armas, demostremos los riesgos y costos que conlleva. Para combatir la difusión de información falsa, promovamos la libre circulación de ideas en búsqueda de la verdad. Y si al final no logramos llegar a un punto medio, acordemos estar en desacuerdo y aceptemos las diferencias.

Durante toda mi trayectoria política he privilegiado el diálogo mesurado y la deliberación civilizada. Como coordinador de bancada, sostengo que la política se hace con buenos argumentos en el marco de instituciones, no con insultos ni mediante amenazas. Entiendo que nuestras diferencias ideológicas pueden generar muchas pasiones, pero insisto: no importa si la opinión de otra persona es compartida por una mayoría o si es minoritaria, el derecho a disentir debe ser protegido. Una consecuencia importante de esta noción es que la disidencia jamás justificará la violencia. La coherencia con los principios democráticos que proclamamos exige ser intolerantes frente a cualquier forma de violencia, sin excusas ni relativismos.

Si algo nos enseña la tragedia que hoy lamentamos es la necesidad de fortalecer los mecanismos institucionales que protegen la libertad de expresión y la integridad física de quienes participan en la vida pública. Tenemos que establecer canales de denuncia eficaces frente a discursos de odio que llamen a la violencia y promover una cultura cívica y política que valore el pluralismo y la diferencia. El progreso social se da en la diversidad y mediante el contraste de posturas. El cuestionamiento de nuestras propias ideas no siempre es agradable, pero es imprescindible para tender puentes de entendimiento.

Por ello, hago un llamado a la sociedad mexicana, a funcionarios y funcionarias de todo el espectro político, y a la comunidad internacional, para reafirmar el desprecio hacia la violencia política y renovar el compromiso con los valores y principios de la democracia liberal en su más pura esencia: libertad de expresión, tolerancia y diálogo constante.

Que el dolor por lo sucedido nos recuerde que todos los días debemos defender con firmeza la concordia y la paz democráticas. Solo así honraremos la memoria de las víctimas y preservaremos, frente a la amenaza de la violencia, el espacio público donde se forjan las respuestas más justas y razonables para la convivencia humana. Si el día de mañana queremos ser capaces de expresarnos libremente, sin temor a ser silenciados o silenciadas, debemos alzar nuestra voz contra la violencia hoy.

 

clh

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