Justicia salarial en tiempos de transformación

Por claudia , 12 Diciembre 2025

En un acto de justicia social y con pleno sentido de responsabilidad histórica, este 3 de diciembre, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció un incremento del 13 por ciento al salario mínimo general para 2026. A partir del 1 de enero, el salario mínimo diario será de 315.04 pesos, lo que equivale a 9,582.47 pesos mensuales. En paralelo, para responder a las particularidades regionales, en la franja estratégica que comprende 43 municipios en los estados de la frontera norte (Zona Libre de la Frontera Norte), el salario mínimo será de 440.87 pesos diarios, alcanzando 13,409.80 pesos mensuales. Este nuevo salario elevará el poder adquisitivo directamente de 8.5 millones de trabajadores y confirma que el nuevo modelo laboral es sensible al bienestar de quienes históricamente han sido excluidos.[1]

Este anuncio no representa un hecho aislado, es un capítulo más de una revolución silenciosa que coloca a México en las primeras posiciones de América Latina en salarios mínimos. En una región donde la mayoría de los trabajadores apenas cubre una canasta básica con su salario, México ha decidido que el trabajo digno no sea privilegio, sino derecho irrenunciable. Este análisis confirma que esta opción no solo es ética y realizable, sino que, con medidas de apoyo, se consolida como sostenible y beneficiosa.

Del abandono neoliberal a la justicia salarial

El salario mínimo en México sufrió un deterioro sistemático y profundo durante las décadas marcadas por el paradigma neoliberal. Ese periodo se caracterizó por la supeditación de la política laboral a los dictados de organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional. Los gobiernos en turno consolidaron esta orientación mediante reformas estructurales que privilegiaron la apertura comercial y utilizaron la contención salarial como ancla para controlar la inflación.

El resultado fue una erosión devastadora del poder adquisitivo. En términos concretos, si en 1980 el salario mínimo general diario era de 140 pesos de aquella época (equivalente a 6.1 dólares),[2] para 2015 se situaba en 70 pesos (4.4 dólares), y ajustado por inflación, su valor real se había desplomado drásticamente, cubriendo apenas el 40 por ciento de una canasta básica alimentaria familiar.[3]

Este declive no fue fortuito, sino el resultado de políticas públicas deliberadas que sacrificaron el ingreso de los trabajadores en aras de una estabilidad macroeconómica que beneficiaba principalmente a los grandes capitales. Varios sexenios profundizaron esta tendencia, con aumentos salariales nominales que oscilaban entre el 4 y 6 por ciento anual, inferiores incluso a la inflación.[4] El impacto social fue devastador, millones de mexicanas y mexicanos cayeron en la pobreza laboral, exacerbando la desigualdad y perpetuando un ciclo de precariedad que contrastaba con el enriquecimiento de las élites.

Frente a este panorama de deterioro acumulado, la llegada de la Cuarta Transformación en 2018 emprendió un viraje histórico, un acto de soberanía económica que colocó al salario mínimo en el centro de la agenda redistributiva. Desde los primeros ajustes significativos, hasta el anuncio para 2026, México ha experimentado una recuperación acelerada, con aumentos reales acumulados que superan el 120 por ciento, y una recuperación de su poder adquisitivo de 154 por ciento,[5] revirtiendo décadas de erosión y posicionando al país como un referente en América Latina.

El retorno de México al centro del mapa latinoamericano

En el escenario latinoamericano, México ha pasado, en apenas siete años, de ocupar los últimos lugares en salario mínimo a consolidarse en la tabla media-alta regional, un ascenso que pocos países han logrado en tan corto tiempo.

Según datos de 2025, el salario mínimo mensual mexicano alcanzó los 416 dólares, ubicándolo en el sexto lugar, superado únicamente por Costa Rica (726 dólares), Uruguay (586 dólares), Chile (565 dólares), Ecuador (470 dólares) y Guatemala (467 dólares).[6] Como referencia, en 2018 México ocupó el penúltimo lugar en la región, con un salario mínimo mensual de apenas 142 dólares, superando únicamente a Venezuela, que registró 74 dólares en ese mismo año.[7]

Cuando se observa el panorama desde la óptica del poder adquisitivo real, la fotografía es todavía más alentadora. En la actualidad, el salario mínimo mexicano tiene la capacidad de cubrir 1.8 canastas básicas (alimentaria y no alimentaria), un alcance impensable hace apenas una década.[8] Esta recuperación coloca a México en una posición destacada dentro de la región, solo por detrás de países cuyos salarios mínimos son considerablemente más altos y cuyas canastas básicas resultan relativamente más accesibles, como Chile, con 7 canastas; Costa Rica, con 6; y Uruguay, con 3.6.[9] El contraste con el resto de América Latina resulta elocuente. En la mayoría de los países, el salario mínimo apenas alcanza para cubrir una canasta básica, cuando mucho. Esta realidad refleja que modelos económicos de países de la región menos orientados a la justicia social.

El escenario para México en 2026 invita al optimismo. Con un tipo de cambio proyectado por la Secretaría de Hacienda de 18.9 pesos por dólar,[10] el salario mínimo general alcanzará aproximadamente los 500 dólares mensuales. Este avance permitirá al país ascender en la lista de posiciones salariales en América Latina y situarse entre las pocas naciones de la región con un salario mínimo superior a ese umbral.

Este regreso al liderazgo no es casual, Mientras la mayoría de los países ajusta el mínimo por inflación o acuerdos moderados, México ha aplicado incrementos reales de doble dígito sostenidos, rompiendo con la ortodoxia que advertía caos inflacionario. El resultado es que ahora el salario mínimo de un trabajador mexicano tiene mayor capacidad de compra que su par colombiano, peruano, brasileño o hondureño. Queda claro que México es ya un referente de política salarial valiente y efectiva.

El efecto faro y otros impactos sociales y macroeconómicos

El “efecto faro” es un fenómeno económico en el cual un incremento en el salario mínimo no solo favorece a quienes lo perciben directamente, sino que también influye en el resto de la estructura salarial. Este efecto se manifiesta especialmente entre trabajadores que ganan por encima de dicho umbral, quienes suelen tomar el nuevo nivel del salario mínimo como punto de referencia para exigir ajustes proporcionales en sus ingresos. El término proviene de una retórica peculiar: al igual que un faro, el salario mínimo ilumina y sirve de referencia obligada, orienta las negociaciones salariales en diversos sectores, y actúa como guía para la redefinición de otras remuneraciones.[11]

Para México, el efecto faro en los últimos años ha cobrado especial relevancia en la dinámica salarial. Un estudio reciente revela que, por cada incremento del uno por ciento en el salario mínimo, el salario promedio de cotización en el sector formal registra un aumento adicional del 0.23 por ciento, más allá de su tendencia inercial. Este efecto de arrastre se manifiesta con mayor intensidad en los rangos salariales inferiores, particularmente entre trabajadores cuyos ingresos están próximos al salario mínimo. A medida que se asciende en la escala salarial, la magnitud del impacto tiende a diluirse, pero sigue siendo perceptible.[12]

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Esto significa que los incrementos acumulados del salario mínimo desde 2019 han propiciado aumentos adicionales de hasta 25% en diversas negociaciones contractuales. Es decir, este diferencial ha actuado como palanca en diversos procesos de revisión salarial, elevando de manera indirecta las condiciones laborales en distintos sectores formales de la economía.

Los incrementos recientes al salario mínimo en México también han desmontado dos de los principales temores que durante décadas dominaron el debate público: el riesgo de un repunte inflacionario y la amenaza de destrucción de empleo. Por el lado de los precios, un estudio reciente concluye que el alza inflacionaria posterior a la pandemia se debe principalmente al aumento de precios en insumos importados y energéticos, no a la política de recuperación salarial.[13] Otro estudio refuerza el hallazgo y concluye que un incremento del uno por ciento en el salario mínimo añade 0.07 puntos porcentuales a la inflación subyacente.[14] En la misma línea, los informes trimestrales del Banco de México muestran que entre 2018 y 2025 la inflación ha permanecido dentro de los márgenes compatibles con su meta de estabilidad (4.8 por ciento en promedio), pese a los importantes incrementos reales del salario mínimo durante ese periodo.[15]

En materia de empleo, diversos analistas concuerdan en que hasta ahora no se han producido efectos negativos en el nivel de empleo a causa de los incrementos acumulados del salario mínimo.[16] [17] Otro estudio revela que la política de recuperación salarial implementada desde 2019 no ha generado efectos negativos ni sobre el empleo ni sobre la estructura del mercado laboral (formal e informal).[18] Los datos oficiales respaldan con claridad estos hallazgos. En 2025, la tasa promedio de desocupación se ubica en uno de sus niveles más bajos en dos décadas, con apenas 2.5 por ciento.[19] Al mismo tiempo, el empleo formal alcanzó un máximo histórico, con cerca de 23 millones de puestos registrados al cierre de noviembre.[20]

En suma, la experiencia mexicana reciente ha desmentido dos viejos dogmas del pensamiento económico ortodoxo. Los aumentos del salario mínimo no tienen impactos sustanciales en la inflación y no hay evidencia de destrucción de empleo vinculada a estos incrementos. En contraste, lo que sí se verifica, además del efecto faro, son efectos positivos claros en la reducción de la pobreza.

En efecto, las cifras no dejan lugar a dudas: entre 2018 y 2024, los incrementos al salario mínimo en México han sido un factor determinante en la reducción de la pobreza. Durante este periodo, aproximadamente 13.4 millones de personas lograron salir de esa condición, y de ese total, 6.6 millones lo hicieron directamente gracias a la política de recuperación salarial impulsada desde el Estado.[21] Este dato no es menor. Representa un efecto tangible del giro histórico en la orientación de la política económica, que por décadas mantuvo al salario mínimo como una variable de ajuste, ajena a las necesidades reales de la población.

Retos y sostenibilidad hacia 2030

Dentro de los 100 compromisos trazados por la presidenta Claudia Sheinbaum para el año 2030, uno de ellos establece una meta ambiciosa pero alcanzable: que el salario mínimo permita cubrir el equivalente a 2.5 canastas básicas.[22] Esta no es una promesa retórica, sino un objetivo respaldado por datos, voluntad política y una visión de justicia social que pone al trabajador en el centro del modelo económico.

De hecho, dicha meta se alcanzará de manera anticipada en 2026 en la Zona Libre de la Frontera Norte, donde, gracias al esquema de salario mínimo diferenciado, los trabajadores podrán adquirir hasta 2.8 canastas básicas. En el resto del país, el incremento programado para ese mismo año también representa un paso significativo: permitirá que el salario mínimo general cubra el costo de dos canastas básicas, un avance histórico si se considera el rezago acumulado durante décadas.[23]

Ahora bien, alcanzar ese objetivo exige una reflexión sobre su viabilidad en el mediano plazo ¿Es sostenible mantener incrementos salariales de doble dígito de forma continuada? La respuesta es sí, pero con complementos. Para que esta política siga siendo viable, debe acompañarse de una arquitectura complementaria que garantice el equilibrio con otras variables clave. El verdadero reto radica en sostener el ritmo de aumentos sin comprometer la estabilidad macroeconómica. Se trata, en suma, de armonizar justicia salarial con responsabilidad económica.

La primera condición que se perfila como indispensable para sostener esta trayectoria es el fortalecimiento de la productividad. Un estudio del Banco Mundial sobre la relación entre el salario mínimo y la productividad en Chile aporta evidencia valiosa sobre el equilibrio que tienen estas dos variables cuando se acompañan de reformas estructurales que mejoran la productividad total de los factores. Las reformas chilenas que asistieron la subida salarial en los años noventa apuntaron a fortalecer la competencia, promover la innovación, flexibilizar los mercados y detonar un crecimiento económico sostenido.[24]

Para México, el verdadero reto consiste en aprovechar de forma estratégica los instrumentos económicos ya disponibles, asegurando que los incrementos al salario mínimo vayan de la mano con políticas que estimulen la inversión, promuevan la innovación y fortalezcan la eficiencia productiva. Este enfoque debe priorizar a los sectores intensivos en mano de obra, con especial atención a las micro, pequeñas y medianas empresas, que constituyen la columna vertebral del empleo en el país.

El segundo desafío es la informalidad laboral y el fortalecimiento del sistema de protección social. Según el INEGI, en México casi el 55 por ciento de la población ocupada está en el sector informal,[25] lo que significa que millones de personas quedan al margen de todos los beneficios que tiene un trabajo formal.

Si bien la informalidad no implica necesariamente salarios por debajo del mínimo legal, lo cierto es que mantiene a millones de personas atrapadas en esquemas de baja productividad y desigualdad estructural. Esta condición representa uno de los principales desafíos para construir un sistema económico más armónico e inclusivo.

A la luz de este escenario, el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas ha señalado la necesidad de complementar el Plan México con una serie de acciones orientadas a la construcción de un sector formal más incluyente. Entre las medidas recomendadas destacan la simplificación administrativa, la ampliación de la inclusión financiera y la implementación de campañas que faciliten la incorporación del mayor número posible de trabajadores al empleo formal.[26]

Finalmente, la reforma a la jornada laboral se entrelaza de manera directa con la discusión salarial, configurando un nuevo eje en la agenda de justicia laboral. El Gobierno federal ha anunciado su intención de reducir gradualmente la jornada legal de 48 a 40 horas semanales hacia 2030, mediante recortes escalonados de dos horas por año a partir de 2026.[27] Al respecto, diversos organismos empresariales han expresado su respaldo a esta convergencia entre mejores salarios y jornadas más humanas, siempre que el proceso se implemente con gradualidad, revisiones periódicas y mecanismos de apoyo específicos para las micro, pequeñas y medianas empresas.[28]

Una mirada final

México transita por un momento definitorio en su historia laboral. El rescate del salario mínimo, más que una cifra, se ha convertido en el emblema de un nuevo pacto social: uno que reconoce la dignidad del trabajo, redistribuye con justicia y apuesta por el desarrollo desde abajo. La trayectoria iniciada en 2018 (marcada por incrementos reales sustanciales al salario mínimo, una significativa reducción de la pobreza y la activación del efecto faro que ha elevado los ingresos en todo el espectro laboral) no obedece al azar ni a la inercia, sino a una decisión política firme, deliberada y sostenida en el tiempo.

El reto hacia 2030 no se agota en el incremento nominal del salario. La verdadera sostenibilidad de este modelo dependerá de que converjan, de forma armónica, varias piezas clave: productividad creciente, formalización del empleo y reducción gradual de la jornada laboral. Si estas variables avanzan en la misma dirección, será posible consolidar una economía más equitativa, moderna y competitiva.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha asumido este desafío con visión de Estado. Su liderazgo firme y consensuado (visible en el reciente incremento del 13% al salario mínimo para 2026) confirma que es posible gobernar con sensibilidad social y responsabilidad macroeconómica. En su agenda, el salario mínimo deja de ser un techo de sobrevivencia para convertirse en el piso de una vida digna. Su compromiso con el pueblo, tejido desde la continuidad de la Cuarta Transformación, proyecta un horizonte donde el progreso no es privilegio de unos cuantos, sino derecho de todos.

Cuauhtémoc, Ciudad de México. 28 de agosto 2025. La presidenta constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo en conferencia de prensa matutina en el salón de la Tesorería de Palacio Nacional. La acompañan: Marcelo Ebrard Casubón, secretario de Economía; Vidal Lleranas Morales, subsecretario de industria y comercio de la Secretaría de Economía; Lorena Cuéllar Cisneros, gobernadora Constitucional del Estado de Tlaxcala; Javier Marroquín, secretario de Desarrollo Económico de Tlaxcala; Hugo Ruiz Blázquez, Director General de América del Norte de Knipping Automotive; Patricio Caso Prado, Presidente de Consejo Servicios Integrados de Administración y Alta Gerencia; Roberto Morante Eguibar, Gerente Comercial de Comercializadora Ragón; Octavio de la Torre de Stéffano, Presidente de Concanaco Servytur; María Alejandra Carrasco Rendón, Protesorera Concanaco Servytur; Silvia Almanza Armas, Prosecretaria Concanaco Servytur; Alhira Azalia Reséndiz Rodríguez, Coordinadora del Estado de Coahuila y Presidenta Concanaco Servytur Nueva Rosita; Rocío Hernández Romero, Presidenta Concanaco Servytur San Juan del Río; Adda del Rubí Solís Peniche, Presidenta Concanaco Servytur Campeche; Ada Irma Cruz Davalillo, Presidenta Concanaco Servytur CDMX y Noemí Juárez Pérez, subsecretaria de Educación Pública. Foto: Hazel Cárdenas/Presidencia

Hoy, México no solo mejora sus indicadores laborales, redefine el sentido de justicia en su modelo económico. Y en ese camino, el incremento al salario mínimo no es el final, sino el inicio de un país que, por fin, decide avanzar con todas las personas.

 

Fuentes:

[1] Presidencia de la República, “Versión estenográfica. Conferencia de prensa de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo del 03 de diciembre de 2025”, https://www.gob.mx/presidencia/es/articulos/version-estenografica-conferencia-de-prensa-de-la-presidenta-claudia-sheinbaum-pardo-del-03-de-diciembre-de-2025?idiom=es

[2] Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), “Salario mínimo general promedio de los Estados Unidos Mexicanos 1964-2015”, s.f., http://www.conasami.gob.mx/pdf/salario_minimo/octubre2015/historico_octubre2015.pdf

[3] Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América (IEESA), “Un recorrido del salario mínimo y la canasta básica de alimentos 1998 a 2015”, 2015, https://optisnte.mx/wp-content/uploads/2016/09/request-15.pdf

[4] Conasami, “Salario mínimo general promedio…”, Op. cit.

[5] Gobierno de México, “Consejo de Representantes de la Conasami acuerda incremento de 13% al salario mínimo general en 2026”, https://www.gob.mx/conasami/prensa/consejo-de-representantes-de-la-conasami-acuerda-incremento-de-13-al-salario-minimo-general-en-2026

[6] Daniel Salazar, “Los salarios mínimos en América Latina a julio de 2025: estos son los más fuertes”, Bloomberg, 26 de junio de 2025, https://www.bloomberglinea.com/latinoamerica/los-salarios-minimos-en-america-latina-a-julio-de-2025-estos-son-los-mas-fuertes/

[7] “Estos son los mejores (y peores) salarios mínimos en Latinoamérica”, 9 de enero de 2018, Expansión, CNN en Español, https://expansion.mx/economia/2018/01/09/estos-son-los-mejores-y-peores-salarios-minimos-en-latinoamerica

[8] Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), “Líneas de pobreza 2025”, 13 de octubre de 2025, https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2025/lp/lp2025_10.pdf

[9] “Ranking de salarios mínimos en América Latina 2025”, 16 de abril de 2025, OnData, https://www.ondata.com.ec/ranking-de-salarios-minimos-en-america-latina-2025/

[10] Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), “Criterios generales de política económica para la iniciativa de Ley de Ingresos y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación correspondientes al ejercicio fiscal 2026”, https://www.finanzaspublicas.hacienda.gob.mx/work/models/Finanzas_Publicas/docs/paquete_economico/cgpe/cgpe_2026.pdf

[11] Banco de México, “Salario Mínimo e Inflación”, junio de 2016, https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/160220/SalarioMinimo_e_inflacion_1.pdf

[12] Gael García. “Salario mínimo en México: revisitando el efecto faro y traspaso a la inflación”. Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), 2023. http://hdl.handle.net/11651/5611

[13] Nancy Muller, et al., “Salario mínimo e inflación en México. Un análisis desde la inflación de costos”, Análisis Económico, 39(100), 29-47, enero – abril de 2024, https://analisiseconomico.azc.uam.mx/index.php/rae/article/view/868/866

[14] Gael García, op. cit.

[15] Banco de México, “Informes trimestrales”, s.f., https://www.banxico.org.mx/publicaciones-y-prensa/informes-trimestrales/informes-trimestrales-precios.html

[16] Alejandro Rodríguez, “Efectos de alzas recientes a salarios mínimos sobre las remuneraciones promedio y el desempleo”, 25 de noviembre de 2025, La Crónica, https://www.cronica.com.mx/nacional/2025/11/25/efectos-de-alzas-recientes-a-salarios-minimos-sobre-las-remuneraciones-promedio-y-el-desempleo/

[17] Juan Spinetto, “México y el reto de sostener alzas al salario mínimo”, 3 de diciembre de 2025, El Financiero, https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/Bloomberg-JuanPabloSpinetto/2025/12/03/mexico-y-el-reto-de-sostener-alzas-al-salario-minimo/

[18] Raymundo Campos, et al., “Efecto del salario mínimo en el empleo en México (2018-2024), Problemas del Desarrollo. Revista Latinoamericana de Economía, vol. 56, núm. 223, octubre-diciembre 2025, https://www.probdes.iiec.unam.mx/index.php/pde/article/view/70415/63079

[19] INEGI, “Tasa de desocupación”, octubre de 2025, https://www.inegi.org.mx/temas/empleo/

[20] Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), “Gobierno de México alcanza récord histórico de empleo con 22 millones 837 mil 768 puestos de trabajo afiliados al IMSS”, diciembre de 2025, https://www.imss.gob.mx/prensa/archivo/202512/616#:~:text=El%20director%20general%20del%20Seguro,generaron%20559%20mil%20768%20empleos.&text=Refiri%C3%B3%20que%20las%20mujeres%20representan,creados%20son%20ocupados%20por%20mujeres.

[21] Secretaría del Trabajo y Previsión Social, “El impacto del salario mínimo en la pobreza durante el periodo 2018-2024”, agosto de 2025,https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/1019136/El_impacto_del_salario_m_nimo_en_la_pobreza_2024.pdf

[22] Claudia Sheinbaum, “100 pasos para la transformación 2024-2030”, https://alertas-v3.directoriolegislativo.org/pkenu2d3z0v9v27fr73p7cce_CSP100.pdf

[23] Presidencia de la República, “Versión estenográfica. Conferencia de prensa de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo del 03 de diciembre de 2025”, Op. cit.

[24] Brenda Samaniego, et al., “El salario mínimo y la productividad empresarial”, noviembre de 2015, Banco Mundial, https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/160225/Salario_M_nimo_y_Productividad_1.pdf

[25] INEGI, Encuesta Nacional de Ocupación y empleo”, 28 de octubre de 2025, https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2025/iooe/IOE2025_10.pdf

[26] Sofía Ramírez, “¿Qué perpetúa la economía informal en México?”, 8 de diciembre de 2025, Instituto Mexicano de Ejecutivos en Finanzas (IMEF), https://www.revista.imef.org.mx/articulo/que-perpetua-la-economia-informal-en-mexico/

[27] Presidencia de la República, “Versión estenográfica. Conferencia de prensa de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo del 03 de diciembre de 2025”, Op. cit.

[28] “Coparmex respalda acuerdos tripartitos sobre salario mínimo y reducción de jornada laboral gradual”, 3 de diciembre de 2025, Forbes, https://forbes.com.mx/coparmex-respalda-acuerdos-tripartitos-sobre-salario-minimo-y-reduccion-de-jornada-laboral-gradual/

 

 

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