Descifrando a Marco Rubio

Por claudia , 8 Septiembre 2025
Sumario
Que sea Marco Rubio el articulador del entendimiento regional en la lucha contra el crimen organizado para la región plantea una mejor cara, actitud y conocimiento por sus antecedentes
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Descifrar al secretario de Estado, Marco Rubio da idea de qué quiere realmente Donald Trump. Su escala en México es un capítulo de un proceso de integración de la región a la estrategia de la lucha contra el narcotráfico. Cada intervención lleva un hilo conductor en las acciones a implementar y, de paso, hacer valer la hegemonía militar, política y económica. En la perspectiva de Trump no hay socios, sino subordinados y enemigos; cada gobierno decide de qué lado estar. No hay principios ni valores, sólo intereses y, para efectos prácticos, prevalecen los de EU; aunque abatir al narcotráfico es tarea que a todos convoca.

El objetivo mayor, por el momento, es Nicolás Maduro, desprovisto de legitimidad por mantenerse en el poder contra el voto mayoritario de los venezolanos, además de que el involucramiento de su régimen en el narcotráfico debe estar debidamente sustanciado a partir de la asfixia económica y de su desprecio por los norteamericanos. Pareciera que la ofensiva militar norteamericana es desproporcionada, no es tal si se trata más que de hacer valer la determinación de aplastar al dictador venezolano, llevar a que los demás países de la región se sometan, en sus propios términos, a la lucha de EU contra el crimen asociado a la producción y comercio de drogas.

Las palabras de Marco Rubio son determinantes. La intervención militar se excluye para quienes colaboran con EU; después de todo el crimen asociado al narcotráfico es un problema compartido; para México y otros países, aún mayor por su violencia extrema y capacidad de corrupción. Ante lo desolador del panorama, las naciones latinoamericanas gradualmente van aceptando la presencia y actuación norteamericana. Lo que se presenta en El Salvador con Nayib Bukele no es una excepción; para muchos, particularmente las élites, es ejemplo a seguir. Los derechos humanos, el debido proceso y la presunción de inocencia son exquisiteces que confunden a las autoridades y alientan a los criminales.

El mensaje implícito (el caso de El Mayo Zambada es precedente), va en el sentido de “actúan ustedes o nosotros lo haremos”; al gobierno de México, durante mucho tiempo, no solo la gestión de López Obrador, no le dio por aprehenderlo, sino que sustanció la sospecha de connivencia. Complacencia, confusión o complicidad, pero se recreó la suspicacia de un implícito entendimiento. La detención reciente de un alto mando de la marina, el vicealmirante Manuel Roberto Farías Laguna con acreditada influencia en el gobierno de López Obrador e involucrado en el huachicol fiscal es un poderoso mensaje de la presidenta Sheinbaum en su determinación por llevar esa lucha hasta sus últimas consecuencias.

En interés de los propios países se debe combatir al crimen organizado; en abono al gobierno de Sheinbaum, el giro en seguridad antecede el arribo a Trump. En ese empeño, el apoyo y coordinación con las autoridades norteamericanas es crucial; en eso están juntos. La diferencia está en los medios para emprender la batalla porque una acción exclusivamente punitiva es insuficiente y contraproducente. Como tal, al menos para el país lo más destacable del comunicado de EU y México, que pareciera ignorado por los observadores del tema y por la divulgación oficial, es lo referente a la necesidad de combatir las adicciones; el problema no es solo criminal, es también de salud pública. Por cierto, una postura suscrita y promovida por el doctor De la Fuente, antes de su tránsito al obradorismo a partir de sus inobjetables credenciales médicas.

Lo dicho por el secretario Rubio en su gira muestra que el gobierno de EU tiene definidos los objetivos y es preferible que el combate en territorio lo hagan los respectivos gobiernos bajo un mecanismo de coordinación compartido, pero sujeto a la perspectiva norteamericana, porque la colaboración en materia de seguridad no es entre iguales. Trump es impredecible por la pretensión de ganar prestigio y credibilidad cuando su gobierno naufraga en la incompetencia, un creciente repudio y una derrota que se perfila para la elección de noviembre del próximo año.

Que sea el secretario de Estado el articulador del entendimiento regional en la lucha contra el crimen organizado para la región plantea no sólo una mejor cara, actitud y conocimiento por los antecedentes de Marco Rubio, también que sea una instancia diplomática de cordialidad la que teje la estrategia, como quedó claro en su trato con los gobiernos objeto de los encuentros.

Empero, no hay espacio a la ingenuidad. Prevalecen los intereses, la perspectiva y la estrategia de EU. Como nunca, la intransigencia, el militarismo y la soberbia gobiernan Estados Unidos.

 

Columna de Federico Bedrrueto en SDP Noticias

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