México.- Al crecer en la Ciudad de México aprendí desde el principio que la vida puede ser hermosa e impredecible a la vez. Mi infancia estuvo llena de calidez, curiosidad y aprendizaje, pero también marcada por la realidad de que las circunstancias pueden cambiar en cualquier instante. Estas primeras experiencias dieron forma a mi compromiso de toda la vida con la salud mental, la neurodiversidad y, más recientemente, con el uso de tecnologías como la inteligencia artificial (IA) para empoderar a otras personas como yo.
Relata Edith Julieta Sarmiento-Ponce, profesora de neurodiversidad y neurobiología en la División de Educación Continua de la Universidad de Harvard, certificada en Inteligencia Artificial para la toma de decisiones basada en datos y formada bajo la dirección del experto en IA de Harvard, el profesor Logan McCarty.
Tuve la suerte de crecer en una familia solidaria, que valora la educación y la resiliencia. Mi madre, toda una pionera al ser la primera de nuestra familia en obtener un doctorado, me inspiró a seguir mis sueños académicos. Animada a aprender inglés y fomentando el amor por la ciencia, desarrollé una profunda creencia en el poder del aprendizaje para crear nuevas posibilidades.
Sin embargo, la vida me dio duras lecciones a temprana edad: cuando tenía veintiún años, mi padre y yo sobrevivimos a un secuestro traumático. Esa noche dejó cicatrices duraderas, no sólo físicas, sino emocionales, introduciéndome en el mundo oculto y a menudo incomprendido del trastorno de estrés postraumático (TEPT). En ese momento, las discusiones sobre el trauma o la terapia eran casi inexistentes en mi comunidad; buscar ayuda era estigmatizado, visto como una debilidad más que como valor. Yo sabía que eso tenía que cambiar.
Entendiendo la neurodiversidad: un punto de inflexión
A medida que desarrollaba mi carrera académica en el extranjero, al obtener una maestría en Escocia y comenzar un doctorado en la Universidad de Cambridge, me enfrenté a nuevos desafíos: la gestión del tiempo, la planificación y la organización a menudo se sentían abrumadoras. Prosperé en algunas áreas (investigación profunda, resolución creativa de problemas), pero luché de manera invisible en otras.
No fue sino hasta mucho tiempo después que descubrí una palabra que replanteó por completo mi experiencia: neurodiversidad. Me di cuenta de que mi cerebro funcionaba de manera diferente, mas no incorrectamente. Términos como trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), disfunción ejecutiva o hiperconcentración no eran defectos, eran simplemente variaciones de cómo puede funcionar el cerebro humano.
La neurodiversidad es la idea de que las diferencias neurológicas como el TDAH, el trastorno del espectro autista, la dislexia y muchas otras son variaciones naturales de la experiencia humana. Cada neurotipo trae desafíos y fortalezas: creatividad intensa, resiliencia, empatía, innovación y nuevas formas de pensar.
Mi cerebro funcionaba de manera diferente, no incorrectamente
Fortalezas y retos de un mundo neurodivergente
Cuando entendemos la neurodiversidad, comenzamos a ver un panorama más amplio:
- Las personas con TDAH a menudo muestran una creatividad, espontaneidad y resiliencia ilimitadas.
- Las personas autistas pueden tener una notable atención a los detalles, un pensamiento innovador y honestidad.
- Las personas con dislexia pueden tener dificultades con las tareas de lectura tradicionales, pero sobresalen en el razonamiento espacial, el espíritu empresarial y las habilidades verbales.
- Las personas que viven con depresión o ansiedad a menudo experimentan una profunda empatía y están muy en sintonía con las necesidades de los demás.
Sin embargo, estas fortalezas a menudo vienen con desafíos reales. Las dificultades en la comunicación, la función ejecutiva, las habilidades sensoriales o la regulación emocional pueden hacer que la escuela, el trabajo y la vida diaria sean agotadoras sin el apoyo adecuado. Lamentablemente, el estigma y la falta de comprensión siguen creando barreras innecesarias para las personas neurodivergentes de todo el mundo.
En Latinoamérica, las conversaciones sobre salud mental y neurodiversidad aún están emergiendo. El estigma cultural sigue siendo un obstáculo importante. Buscar terapia a menudo se considera un último recurso o, peor aún, un motivo de vergüenza. Los conceptos erróneos sobre afecciones como el TDAH, el autismo y el TEPT están muy extendidos, alimentados por la limitada educación pública y los escasos recursos de salud mental. En muchas comunidades, especialmente fuera de las grandes ciudades, los diagnósticos se retrasan, se malinterpretan o no están disponibles en absoluto. Los sistemas de apoyo son frágiles y pocos profesionales están capacitados para reconocer el espectro completo de necesidades neurodivergentes. Esta falta de conciencia e infraestructura limita a innumerables mentes brillantes para alcanzar su máximo potencial, no porque sean incapaces, sino porque el sistema no está diseñado teniendo en cuenta sus realidades.
La neurodiversidad es la idea de que las diferencias neurológicas son variaciones naturales de la experiencia humana.
Cómo puede la IA empoderar a las personas neurodivergentes
Una herramienta emergente ofrece esperanza: la IA. Cuando se usa de manera reflexiva, puede ayudar a las personas neurodivergentes de maneras poderosas. Desde aplicaciones personalizadas de gestión del tiempo, herramientas de apoyo a la escritura y coaching basado en IA, hasta ayudas para la comunicación: esta tecnología puede ayudar a cerrar la brecha entre el desafío y el potencial.
A lo largo de un semestre, estudié la IA de forma intensiva en la Universidad de Harvard, donde vi de primera mano cómo estas tecnologías pueden transformar vidas. Herramientas como GPT (Generative Pre-Trained Transformers) pueden apoyar el funcionamiento ejecutivo, el procesamiento emocional, la creatividad y las necesidades de accesibilidad.
Esto me inspiró a crear Neuro Dive AI (ver: https://neurodiveai.com/) una empresa emergente para la educación, dedicada a hacer que la IA sea accesible para cualquiera, con un enfoque especial en individuos neurodivergentes y equipos pequeños. Nuestra misión es empoderar a cada mente única para que prospere ofreciendo entrenamiento y capacitación personalizados en IA.
Imagina un mundo en el que las personas con TDAH utilizan la IA para organizar proyectos empresariales, los estudiantes autistas utilizan asistentes de escritura de IA para expresar ideas con mayor fluidez o las personas creativas con dislexia utilizan la tecnología basada en la voz para dar rienda suelta a sus talentos narrativos. Ese mundo no sólo es posible… ya está comenzando.
Parte de la construcción de este futuro significa cambiar la forma en que hablamos de la neurodiversidad: las palabras importan. Reemplazar el lenguaje anticuado y estigmatizante con términos afirmativos es crucial: usar “neurodivergente” en lugar de “anormal”, “condición” en lugar de “enfermedad” y ver las diferencias no como déficits sino como ricas variaciones. La promoción también debe ir de la mano con el cambio sistémico: mejorar la educación, perfeccionar las políticas de salud pública y fomentar entornos laborales en los que las diferencias se valoren en lugar de ocultarse.
Abrazar todas las mentes
Hoy veo mi viaje no sólo como una anécdota, sino como un llamado a la acción. Necesitamos un cambio global, especialmente en Latinoamérica, hacia una mayor inclusión, alfabetización en salud mental y apoyo a las comunidades neurodivergentes. Este cambio comienza con la conciencia, crece con la compasión y florece con la innovación.
La IA no es un remedio mágico, pero combinada con una mentalidad de aceptación, creatividad y empatía, puede ser una aliada poderosa. Al abrazar tanto la diversidad humana como la tecnología, podemos crear un mundo en el que cada mente, neurotípica o neurodivergente, sea celebrada por sus contribuciones únicas.
La neurodiversidad y el infinito
Conforme avanzó el conocimiento acerca del espectro autista —y de otros perfiles psicológicos, psiquiátricos o neurológicos que solían entenderse como padecimientos—, se inició un movimiento global que buscaba reconocer estas condiciones que son propias de lo humano, como características de la diversidad que somos y no como “padecimientos”. El nacimiento de la idea de neurodiversidad es parte del movimiento de lucha por los derechos de las personas con discapacidades o, más bien, con capacidades diferentes.
Hoy conocemos como “neurodivergentes” a las personas que viven con condiciones que no son las que caracterizan a la mayoría, y nos acercamos a sus formas de estar en el mundo sin exigirles que puedan desenvolverse como las demás personas, sino, más bien, generando un contexto adecuado para que puedan desarrollarse sin tener que cubrir expectativas sociales capacitistas (la posición que nos define por lo que hacemos, por lo que podemos hacer o por lo que debemos hacer en la sociedad).
Dentro de las condiciones que se pueden considerar neurodiversas están el espectro autista, el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), la dislexia, la dispraxia y otras condiciones que son, todas ellas, formas de ser humanos y humanas, y no padecimientos ni enfermedades.
Originalmente se había utilizado un lazo o listón multicolor para representar el espectro autista, similar a aquellos que se utilizan, por ejemplo, en la lucha por prevenir el cáncer de mama (un listón rosado), pero al considerar que estos listones señalan padecimientos (paradigma de la patología), la comunidad internacional optó por utilizar el símbolo del infinito con los colores del arcoíris: esta representación de lo posible en el contexto de la diferencia nos ayuda a reconocer y la existencia de estas condiciones y a generar el contexto adecuado para su existencia armoniosa en la sociedad.
Edith Julieta Sarmiento-Ponce es profesora de neurodiversidad y neurobiología en la División de Educación Continua de la Universidad de Harvard, certificada en Inteligencia Artificial para la toma de decisiones basada en datos y formada bajo la dirección del experto en IA de Harvard, el profesor Logan McCarty. Combina su conocimiento científico con una profunda empatía y experiencia personal para hacer la IA accesible para todas las preferencias cognitivas, especialmente para mentes neurodivergentes.
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