El Banco de México (Banxico) ajustó a la baja su pronóstico de crecimiento económico para 2025, pasando de 0.6% a 0.3%. El recorte llega después de que el desempeño del país durante el tercer trimestre del año resultó peor de lo previsto, lo que encendió alertas sobre la solidez de la actividad económica rumbo al siguiente año.
El informe trimestral de inflación, correspondiente al periodo julio-septiembre, detalla que la economía nacional mostró una contracción tanto anual como trimestral. De acuerdo con cifras del Inegi, el PIB cayó 0.2% a tasa anual y retrocedió 0.3% frente al trimestre inmediato anterior. La principal razón: un retroceso marcado en las actividades secundarias, es decir, la industria. En contraste, los sectores primario y terciario lograron avanzar, aunque insuficientemente para compensar la debilidad industrial.
Pese al ajuste para 2025, Banxico mantuvo sin cambios su previsión de crecimiento para 2026 en 1.1%, al considerar que hacia entonces podría darse una ligera recuperación económica. Aun así, advierte que el escenario estará condicionado por factores externos que hoy generan incertidumbre.
Uno de los elementos que más preocupa al banco central es la relación comercial con Estados Unidos. La institución —encabezada por Victoria Rodríguez Ceja— señala que la falta de claridad sobre las políticas comerciales del vecino del norte podría frenar la inversión y el consumo, especialmente en sectores que dependen del comercio bilateral. Además, la próxima revisión del T-MEC mantiene en pausa varios proyectos empresariales que requieren mayor certidumbre regulatoria antes de concretarse.
En su análisis, Banxico también menciona otros riesgos que podrían afectar el crecimiento: un menor dinamismo de la economía estadounidense, episodios de volatilidad financiera, tensiones geopolíticas y fenómenos climáticos extremos que impacten zonas productivas del país. La institución advierte que un eventual cambio en la orientación económica de Estados Unidos podría reducir la demanda externa hacia México, afectando directamente a las exportaciones.
Por otro lado, existen factores que podrían jugar a favor del país. Un mejor desempeño de la economía estadounidense sería un impulso para las exportaciones mexicanas, en especial las de los sectores automotriz y electrónico. También podría ayudar que disminuya la incertidumbre respecto al T-MEC, lo cual abriría la puerta a nuevas inversiones vinculadas al nearshoring, tendencia que busca acercar la producción a los principales mercados consumidores.
Especialistas en economía señalan que la debilidad industrial refleja tanto la desaceleración global como retos internos, entre ellos el aumento en costos operativos para empresas y retrasos en proyectos de infraestructura. También apuntan que la inversión privada lleva varios años actuando con cautela ante la falta de claridad en reglas para sectores estratégicos como energía.
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