Una de las tradiciones que se encuentra más arraigada en México durante la temporada decembrina, es la colocación de un Nacimiento, la representación del momento en el que nace Jesús, el hijo de Dios.
Esta tradición se remonta a 1223, en Greccio, Italia, cuando San Francisco de Asís revolucionó la celebración cristiana al montar el primer “presepio” o belén (nacimiento).
Con el permiso del Papa Honorio III, recreó la humildad del nacimiento de Jesús. Dispuso una gruta con paja, un buey y una mula vivos, campesinos como pastores, y un Niño Jesús de cera sobre un pañuelo blanco.
Los franciscanos llevaron el Nacimiento a la Nueva España como herramienta catequética, instalando el primero en Huejotzingo, Puebla (1524-1526) bajo Fray Pedro de Gante, coincidiendo con fiestas aztecas al dios Huitzilopochtli.
Estos son los elementos del Nacimiento:
-El Niño Jesús: Simboliza la llegada del Salvador y se coloca en el pesebre la noche del 24 de diciembre.
-La Virgen María y San José: Representan a los padres de Jesús, María suele estar cerca del pesebre.
-Los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar traen regalos y simbolizan la sabiduría y la divinidad.
-El Pesebre: Representa el lugar donde nació Jesús, simbolizando humildad y sencillez.
-El Ángel: Colocado en la parte superior del pesebre, simboliza la paz y las buenas noticias.
Estos elementos no solo embellecen el hogar, sino que también tienen un profundo significado religioso y cultural.
Cada uno de estos elementos contribuye a que el nacimiento no solo sea un adorno, sino un relato visual que transmite valores y creencias, consolidando su papel como uno de los símbolos que distinguen la Navidad en México.
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Foto Archivo
LMR
