Difícil encontrar con precisión el punto en el que comenzó la decadencia del entorno político en México. Del sistema que durante décadas construyó el Partido Revolucionario Institucional hizo crisis con la llegada a la presidencia en el año 2000 del panista Vicente Fox, se sabe, pero no se podía prever lo que luego vendría.
El apetito desmedido por el reflector y el micrófono de un grupo de políticos como el guanajuantense y su impúdico exhibicionismo que no hizo sino confirmar la seriedad de una condición de desequilibrio emocional tras haber llegado al pináculo de la vida pública y política.
Dogma del sistema hasta antes de la frivolidad de nuestros días, decía que quien ya había vivido su fiesta, debía guardar compostura, discreción y vivir su retiro. Algo de eso se le ha endilgado a Andrés Manuel López Obrador, que en un alarde de megalomanía hizo publicar su libro Grandeza con una portada que lo retrata muy bien: él mismo ante la Cabeza Olmeca.
La oposición dio rienda suelta a su diatriba de odio, intolerancia y discurso clasista que nos confirmó la doble cara con la que suelen conducirse y que cada vez es mas notorio entre quienes desde la sociedad viven el día a día.
Mucho de eso sucede con otros panistas, en Puebla y la esfera nacional, cortados por la misma tijera. Exhiben gustosos sus miserias políticas como héroes de una batalla que ya perdieron frente a la opinión general por lastres que dejaron tras sus respectivas funciones públicas.
Ahí están sin pudor un Felipe Calderón, el cuestionado presidente de la República tras una sospechosa elección en 2006 que lo llevó a cargar con una ilegitimidad que se profundizó tras el sangriento sexenio del que aún no se recupera el país, pero que no duda en mostrarse en foros y fotos, sonriente.
El otro, Eduardo Rivera Pérez, el ex edil de la capital de Puebla en dos periodos: de 2011 a 2014 con Rafael Moreno Valle, un gobernador megalómano que quise ser presidente del país hasta su fatídica muerte en diciembre de 2024; y de 2021 y 2024, el trienio mas lastimoso para los habitantes de la capital por la condición de abandono en que dejó la cuarta ciudad mas importante de México: endeudada, llenas de baches y basura.
Calderón no solo carga con la responsabilidad política de haber sido el presidente que sin estrategia adecuada decidió confrontar a cárteles de las drogas y de haber puesto a la cabeza de esa tarea a un socio de los criminales como Genaro García Luna, preso en Estados Unidos, sino de haber alentado las aspiraciones de personajes tan oscuros como el propio Moreno Valle y un impresentable como Javier Lozano Alarcón, entre otras atrocidades.
Con esas fichas curriculares hace unas horas que Rivera Pérez publicó una fotografía con Calderón y la señora Margarita Zavala, esposa de aquel, con una leyenda que parece una curiosidad política, por definirlo de una manera menos áspera a la que en realidad corresponde.
“Siempre es valioso recordar experiencias, intercambiar ideas y visiones sobre el presente y el futuro del país”.
La invocación divina de los conservadores, seguidores de estos personajes aplica, redonda y precisa: Que Dios nos agarre confesados.
Felices fiestas.
@FerMaldonadoMX
clh