Compras compulsivas en línea ¿una adicción virtual?

Por marcoa , 16 Septiembre 2025
Sumario
Hay muchos factores que favorecen las compras compulsivas en línea. En primer lugar, los impulsos hedonistas
Cuerpo de la Nota

México.- ¡Oferta relámpago! Casi agotado: conjunto de sábanas de seda de lujo con más de 90 % de descuento… Irrigador bucal de alta presión portátil para el hogar (traducción: “palillo de dientes de agua”), último día de descuento (termina en 08:07:50 horas) y con envío gratis especial para ti… Cinco (¡cinco!) shorts de playa de moda para hombre con “estampado de mono rosa vibrante”… Sandalias con “diseño de ojo” unisex (sic) que “no huelen ni hacen ruido al pisar dentro de casa”, #1 en artículos más vendidos en pantuflas para mujer… Cama plegable portátil para oficina “ideal para regalar el día del trabajo”, con más de 25 000 ventas y cupones de descuento…

¡Encarga y carga a la tarjeta! A poner todo en el carrito de compras y pagar a meses sin intereses. Los beneficios y perjuicios resultantes están a unos clics de distancia, pero si tenemos una adicción a las compras en línea los segundos superan por mucho a los primeros, como enseguida tendremos oportunidad de examinar.

Cuando comprar (compulsivamente) no es parte de tu vida (sana)

Descontando a quienes forman parte de alguna comunidad que aún vive de la caza, la pesca y la agricultura de subsistencia (y que probablemente no están leyendo este texto), comprar es indispensable para vivir.

Para mucha gente es, además, una actividad placentera (casi sexual), sobre todo cuando tiene dinero suficiente para hacerlo. Pero para un pequeño (aunque creciente) porcentaje de personas se vuelve un comportamiento dañino debido a la falta de autocontrol que las lleva a gastar más de lo que pueden, a adquirir más de lo que necesitan y, peor aún, a no desear realmente nada de lo que ponen en el carrito.

Una revisión de estudios publicada en la revista Addiction en 2016 estima que una de cada 20 personas ha caído, al menos en alguna etapa de la vida, en la tentación de adquirir artículos inútiles por la pura satisfacción de tenerlos y sin importar que luego no pueda pagar sus deudas.

En 1915 el psiquiatra Emil Kraepelin describió por vez primera el síndrome del comprador compulsivo o la adicción a las compras, y propuso el más elegante término de oniomanía (del griego onios, “en venta”, y manía, “furia” o “locura”, en el sentido de trastorno mental); se refería a los afectados, de forma algo menos elegante, como compradores maniacos. A la fecha, especialistas en psicología y psiquiatría continúan discutiendo los criterios de diagnóstico para personas cuyo comportamiento impulsivo, repetitivo y extremo a la hora de comprar requiere ayuda médica, y aún no determinan si puede catalogarse como una auténtica adicción. Lo cierto es que las nuevas plataformas de comercio electrónico, y en particular la cuarentena por COVID que nos llevó a descubrirlas y visitarlas, trajeron consigo la aparición de una variante aumentada de las compras compulsivas: la adicción a las compras en línea (término introducido en 1998).

Desde su creación, lugares como Amazon, Shein y Temu han desencadenado un incremento mundial en el número de personas “comprahólicas”, especialmente mujeres jóvenes (Journal of Behavioral Addictions, 2014). Los estudiosos de este fenómeno atribuyen la diferencia de género a una mayor presión social y cultural por verse bien y mantenerse al día con las últimas tendencias, no sólo en accesorios de belleza y moda sino también en tecnología, nutrición, actividades deportivas y recreativas y, en general, en todo lo que sea de su interés (Information Sciences Letters, 2023).

Las (sin) razones del compraholismo en línea

Hay muchos factores que favorecen las compras compulsivas en línea. En primer lugar, los impulsos hedonistas, que hacen que comprar sea un acto gratificante, relajante y disfrutable.

En el aspecto socioeconómico tenemos una cultura que promueve que consumamos en exceso bienes de todo tipo para, supuestamente, alcanzar la felicidad y definir nuestra identidad.

Desde un ángulo tecnológico, las plataformas de comercio electrónico nos ofrecen un catálogo interminable de artículos (con el que las tiendas físicas no pueden competir) con precios a nuestro alcance y accesibles de una forma conveniente, sencilla, rápida y hasta divertida, porque una de sus estrategias es gamificar la compra para que nos sumerjamos en la experiencia e invirtamos (¿perdamos?) más tiempo comprando.

En cuanto a las razones neurológicas y psicológicas, varios estudios (entre ellos uno en Advances in Psychiatric Treatment, 2012) muestran que la conducta de las personas adictas a las compras en línea está asociada con un desequilibrio en los niveles de algunos neurotransmisores que intervienen en el sistema de recompensa del cerebro, lo que a su vez las hace más propensas a sufrir ansiedad y depresión.

Finalmente, está el contexto. Como el anonimato de nuestras compras en línea reduce nuestro sentimiento de culpa (¡nadie nos ve para juzgarnos!), el riesgo de comprar, comprar, comprar! sin parar es también mayor que cuando estamos acompañados por alguien en una tienda física.

Encarga como millonario… ¿carga a tu tarjeta y sufre como pobre?

Para las personas adictas a las compras en línea la alegría de recibir sus paquetes viene acompañada de culpa, vergüenza, arrepentimiento y desesperación. Para enfrentar esta marejada de emociones esconden o ignoran sus compras, tras lo cual suele predominar la tristeza (Clinical Psychology and Psychotherapy, 2009). Tratándose de estudiantes, al deterioro de la salud mental se agrega típicamente el descuido de actividades escolares y un peor desempeño académico (Frontiers in Psychology, 2025).

Ahora bien, que un día nos pasemos incontables minutos frente a una pantalla comparando, escogiendo y comprando productos y gastando más dinero que lo que teníamos originalmente en mente no nos da una candidatura automática a Compradictos Anónimos. La adicción existe cuando la conducta viene acompañada de dolor, sufrimiento, depresión, problemas de socialización y económicos crónicos, cuando de plano no se puede parar, y esto puede requerir psicoterapia y tal vez medicamentos.

Quien considere que necesita romper su hábito de comprar en línea compulsivamente puede seguir las recomendaciones del psicólogo John M. Kuzma: tirar sus tarjetas de crédito, buscar otras formas de pasar el tiempo y, si es estrictamente necesario hacer compras en línea, nunca, jamás, hacerlo solo.

Claro, hay que asegurarnos de que no nos acompañe otro comprador compulsivo.

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