Estampas de los fraudes patrióticos en tierra poblana

Por claudia , 24 Septiembre 2025

Del fraude patriótico en 1986 a la caída del sistema en 1988 que impidió que, en Chihuahua primero, y luego en la Presidencia de la República, se dieran los primeros casos de alternancia política, existe un personaje central que en Puebla todos conocen muy bien: Manuel Bartlett Díaz, exgobernador en el periodo de 1993 a 1999.

De los dos episodios que la historia registra existen evidencias abundantes de las maniobras que el PRI urdió con un hombre del sistema de entonces que luego transmutó a un nacionalista defensor de los recursos petrolíferos y miembro conspicuo del círculo del expresidente Andrés Manuel López Obrador.

Referir esos episodios, resulta claves para entender la dimensión de la celebración en Puebla de la primera Audiencia Pública para la Reforma Electoral convocada por la comisión presidencial bajo la premisa de una participación abierta y sin distingo para alimentar el contenido del documento que será entregado en enero al Congreso de la Unión.

Como secretario de Gobernación, Bartlett Díaz hizo todo para impedir que en Chihuahua gobernara Pancho Barrio Terrazas, un panista que formó parte de un grupo político en el PAN al que se le conoció como los “bárbaros del norte”.

La operación “fraude patriótico” incluyó todo tipo de trampas, como igual sucedió en 1988 cuando el priista Carlos Salinas de Gortari alcanzó con enorme dificulta la Presidencia de México, por encima de la figura de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano del Frente Democrático Nacional.

Con el tiempo, esas trampas fueron importadas en el Partido Acción Nacional, con la presencia del difunto Rafael Moreno Valle y una pandilla de la que luego fue extremadamente dificultoso liberarse por las redes que se tejieron entre la base militante.

Una tarde de otoño en 2016, cuando Moreno Valle ya andaba en su infructuosa gira nacional para promoverse como candidato presidencial, el autor de la columna recibió el cartón con un número para recoger en el área de paquetería de un supermercado en la capital un sobre cerrado con cientos de credenciales de presuntos militantes de ese partido político.

El desorden de los mazos de credenciales de plástico elaboradas en el Tribunal Electoral del Estado en esa época, obligó a separar por orden alfabético a los presuntos nuevos militantes, necesarios para validar el proceso interno que llevaría a Martha Erika Alonso, la esposa del gobernador, a ser candidata a la gubernatura.

Luego lo sería y en una muy sospechosa y extensa sesión del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación validarían un triunfo tan ilegítimo como el que costó el poder a Barrio Terrazas en Chihuahua en 1986 y a Cárdenas Solórzano en la Presidencia en el ‘88.

Tan burda fue la operación que hubo el caso de un personaje peculiar cuya fotografía se veía en una de las cientos de credenciales de esos panistas que luego se esfumaron: bigote largo y sombrero vaquero a la cabeza, obedecía a un nombre de mujer en la credencial aquella.

Esas estampas del pasado permiten ver hoy en día la simbología que envuelve a una primera sesión de panelistas para tener una nueva ley que permita reglas de competencia menos inequitativas, bajo condiciones más transparentes y sin personajes siniestros como la figura de un Bartlett Díaz y los fraudes patrióticos.

Puebla se colocó por encima de ese estigma de oprobio. Ahora habrá que esperar a que los redactores de la memoria de las audiencias públicas incorporen las propuestas de los especialistas convocados. Hacer historia debería ser la premisa.

 

@FerMaldonadoMX

 

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