Uso sostenible de especies silvestres: clave para la conservación y seguridad alimentaria

Por marcoa , 12 Octubre 2025
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La biodiversidad silvestre ha sido históricamente una fuente esencial de alimento, medicina, energía y cultura para la humanidad
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México.- La biodiversidad silvestre ha sido históricamente una fuente esencial de alimento, medicina, energía y cultura para la humanidad. A pesar de su relevancia, hoy enfrentamos grandes desafíos en el uso de las especies silvestres debido a la sobreexplotación, el comercio desregulado y la creciente demanda global. Comprender qué son estas especies, cómo se utilizan y cuáles son los riesgos de su mal manejo es clave para su conservación y para el bienestar de millones de personas que dependen de ellas.

¿Qué son las especies silvestres?

Se consideran especies silvestres a aquellas poblaciones animales, vegetales o fúngicas que no han sido domesticadas mediante selección humana. Son organismos capaces de sobrevivir sin intervención directa, presentes en ecosistemas de todo el planeta. Esto no significa que estén aisladas de las personas: en muchos casos, son objeto de aprovechamiento o manejo por comunidades locales o industrias.

Uso sostenible y acuerdos internacionales

El uso sostenible de estas especies fue uno de los principios acordados en la Cumbre de Río de Janeiro en 1992. Este concepto implica aprovechar los recursos naturales sin comprometer su permanencia en el tiempo, manteniendo la salud de los ecosistemas y cubriendo las necesidades del presente sin poner en riesgo las del futuro. Así lo explicó la Dra. Inés Arroyo Quiroz, investigadora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias (CRIM) de la UNAM, quien subraya la interdependencia entre los seres humanos y la naturaleza.

Existen dos formas principales de utilización de las especies silvestres: el uso no extractivo y el uso extractivo. El primero incluye actividades que no requieren la remoción del organismo de su entorno, como el ecoturismo o la fotografía de fauna. En cambio, el uso extractivo -más común y también más problemático- abarca la caza, pesca, tala o recolección con fines alimenticios, comerciales o culturales.

Una dependencia global

Comprender las formas de uso es solo el primer paso. También es fundamental dimensionar el grado de dependencia humana hacia estas especies. Se estima que más de 50,000 especies silvestres son utilizadas por el ser humano para obtener alimentos, medicinas, materiales y energía. Entre el 40% y el 70% de la población mundial depende, en alguna medida, de productos derivados de ellas. Las plantas silvestres, por ejemplo, son fuente vital de alimento e ingresos para una de cada cinco personas, especialmente en comunidades rurales, indígenas y grupos vulnerables.

No obstante, esta relación está en riesgo. El uso excesivo y no regulado ha provocado consecuencias alarmantes: la sobreexplotación es hoy una de las principales causas de pérdida de biodiversidad. Muchas poblaciones silvestres han colapsado, alterando ecosistemas enteros y debilitando las bases de sustento de millones de personas.

Factores que agravan la crisis

Esta situación se intensifica con el deterioro ambiental y la crisis climática, fenómenos que se retroalimentan con las prácticas insostenibles. Según Arroyo Quiroz, esta combinación genera un círculo vicioso de pérdida ecológica y vulnerabilidad social, con impactos desproporcionados sobre los pueblos que dependen directamente de los recursos naturales.

“Un ejemplo poco explorado, pero significativo, es el comercio mundial de invertebrados terrestres. Estos organismos desempeñan funciones ecológicas clave y forman parte de la alimentación tradicional en varias culturas. Sin embargo, su aprovechamiento aún es poco comprendido por la ciencia y subestimado en las políticas públicas, lo que dificulta su conservación”, explicó la investigadora del CRIM.

A esto se suma un problema estructural: la inequidad en el acceso y distribución de los beneficios derivados del uso de especies silvestres. Con frecuencia, las comunidades que históricamente han manejado estos recursos de forma sostenible ven amenazado su sustento por la explotación intensiva con fines comerciales, sin que se garantice ni su conservación ni una distribución justa de los beneficios.

La sobreexplotación, una amenaza persistente

La extracción intensiva sigue siendo una de las mayores amenazas para la biodiversidad. Es la segunda causa de deterioro en los ecosistemas terrestres y de agua dulce. En los océanos, la pesca insostenible ha llevado al borde de la extinción a casi el 40% de las especies de tiburones y rayas.

Asimismo, es importante recordar que algunas formas de uso de fauna silvestre pueden implicar riesgo de enfermedades zoonóticas -aquellas que se transmiten de animales a humanos- ya que están relacionadas con la destrucción de hábitats naturales y el aprovechamiento insostenible de la vida silvestre. Los animales no son responsables de estas enfermedades; son las actividades humanas, como la invasión de ecosistemas y las interacciones peligrosas con fauna silvestre, las que aumentan los riesgos.

“Frente a este panorama, es urgente fortalecer la acción conjunta entre academia, sociedad civil, gobiernos y comunidades locales para promover el uso responsable y sostenible de las especies silvestres”, destacó Arroyo Quiroz, experta en gestión ambiental.

Herramientas para la conservación: el papel de la UICN

En este contexto, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha desarrollado una base de datos global sobre el uso de especies silvestres. Esta plataforma permite recopilar y compartir información sobre prácticas extractivas y no extractivas en distintos países, con el objetivo de aumentar el conocimiento, la conciencia pública y la transparencia. Aunque aún no permite evaluar automáticamente la sostenibilidad de cada caso, representa un paso importante para fortalecer políticas basadas en evidencia.

Además, la UICN ha publicado recientemente las Directrices para el Uso de Especies Amenazadas, las cuales establecen que no todo uso de animales, plantas u hongos en peligro de extinción es necesariamente insostenible. Estas guías promueven un enfoque basado en el principio precautorio: en ausencia de información suficiente, deben tomarse medidas para evitar daños irreversibles a las poblaciones silvestres y sus hábitats.

Para que el aprovechamiento sea realmente sostenible, debe considerar no solo las características biológicas y ecológicas de las especies, sino también factores como el contexto social, la gobernanza, la oferta y la demanda. Aunque existen instrumentos internacionales como los dictámenes de extracción no perjudicial de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), su implementación efectiva todavía enfrenta limitaciones por falta de capacidades técnicas y recursos en muchos países.

De igual manera, la UICN, junto al Instituto Internacional para el Medio Ambiente y el Desarrollo (IIED), ha elaborado el marco de evaluación de sostenibilidad, que considera cinco dimensiones fundamentales: ecológica, social, económica, salud humana y bienestar animal.

Incluye siete principios clave para las iniciativas sostenibles: cumplimiento legal, aplicación de buenas prácticas, monitoreo y gestión adaptativa, gobernanza efectiva, trazabilidad de la cadena de suministro, principio precautorio y capacitación especializada. No todos los principios se aplican en todos los casos, por lo que el sistema permite una evaluación flexible.

Un caso exitoso: el pirarucú en la Amazonía

A pesar de los desafíos, existen casos alentadores de manejo sostenible. Arroyo Quiroz destacó que un ejemplo de ello es el pirarucú (Arapaima gigas), el pez de agua dulce más grande del mundo, nativo de la región amazónica. Tras años de explotación intensiva, hoy se gestiona de manera sostenible en Brasil.

“Este éxito ha sido posible gracias al reconocimiento de los derechos comunitarios, al monitoreo realizado por pescadores capacitados y a la colaboración entre científicos, organizaciones no gubernamentales y gobiernos. No solo se ha logrado conservar la especie, sino también generar empleo y fortalecer los conocimientos tradicionales. Este caso demuestra que la conservación y el desarrollo pueden avanzar de la mano”, agregó.

Y en México también…

Asimismo, el fortalecimiento de la participación comunitaria en México ha sido clave para el manejo del borrego cimarrón. Esto demuestra que involucrar a las comunidades locales en la conservación y el monitoreo mejora los resultados tanto ecológicos como económicos. Las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMAS) han sido un modelo relevante en nuestro país, especialmente en zonas marginadas donde las poblaciones dependen directamente del entorno natural para subsistir.

Sin embargo, la limitada capacidad institucional —por ejemplo, la escasez de inspectores ambientales— ha obligado a buscar alternativas como la formación de comités locales de vigilancia ambiental participativa. Estos grupos, capacitados por autoridades ambientales, han asumido un rol crucial en la protección de especies y en la prevención de la caza furtiva, garantizando que los beneficios del aprovechamiento sostenible puedan mantenerse a lo largo del tiempo.

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Cuidar las especies silvestres es proteger la vida. Su uso sostenible fortalece ecosistemas y la seguridad alimentaria.
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