Dublín, Irlanda.- La capital irlandesa atraviesa una semana marcada por la tensión social , luego de que una serie de enfrentamientos entre manifestantes y la policía se desatara en las inmediaciones del centro de alojamiento para migrantes en Saggart , al suroeste de Dublín. En medio de la violencia, las familias solicitantes de asilo permanecen resguardadas por un triple cordón policial, impidiendo incluso que sus hijos acudan a la escuela, por temor a sufrir represalias.
Los disturbios, que comenzaron el pasado martes, han dejado hasta ahora un saldo de 30 personas detenidas —23 de ellas arrestadas en la última jornada—, así como dos agentes de la Garda heridos , uno de los cuales recibió un impacto en la cabeza con una botella. Las autoridades informaron que varios de los detenidos ya fueron presentados ante tribunales bajo cargos para alterar el orden público.
El detonante de la crisis fue un presunto ataque sexual ocurrido el lunes, cuando un hombre de 26 años fue acusado de agredir a una niña de 10 años en las inmediaciones del hotel CityWest , que funciona como centro de acogida para migrantes. Aunque la identidad y nacionalidad del sospechoso no han sido confirmadas oficialmente, diversos medios locales afirman que se trata de un solicitante de asilo africano . La menor, quien estaba bajo tutela estatal, se había ausentado sin autorización durante una salida al centro de la ciudad.
El complejo CityWest , de 6,7 hectáreas, fue adquirido por el Estado irlandés para alojar a personas bajo el programa de Protección Internacional (IPAS) . En total, el recinto alberga a más de 2.400 migrantes , entre ellos unos 1.200 refugiados ucranianos y 300 menores de edad . Un segmento del centro está reservado para solicitantes de asilo adultos , y otro para familias con necesidades médicas específicas, debido a su proximidad con hospitales de la región. Según datos oficiales, entre el 20 y el 25 % de los residentes padecen enfermedades crónicas .
La violencia ha causado angustia entre los migrantes, quienes denuncian sintiéndose bajo amenaza. “Sentí mucho miedo cuando comenzó la violencia, pero el apoyo de los voluntarios nos dio fuerza”, declaró Samir , residente del centro, a medios irlandeses. “Solo queremos seguridad, paz y la oportunidad de vivir una vida normal”, agregó, recordando cómo un automóvil policial fue incendiado justo frente a su vivienda durante una protesta que reunió a más de mil manifestantes .
En respuesta, el primer ministro Micheál Martin condenó los actos de violencia y calificó de “repugnantes” los abusos cometidos contra las fuerzas de seguridad. Admitió además que el Estado falló en su deber de proteger a la menor víctima del ataque. Por su parte, el ministro de Justicia e Inmigración , Jim O'Callaghan , calificó lo ocurrido como un episodio de “violencia brutal” y anticipó nuevas detenciones. “La instrumentalización de un delito para fomentar la división en nuestra sociedad no es sorprendente”, advirtió.
Este escenario se desarrolla en un contexto político agitado, pues Irlanda se prepara para elegir a su décimo presidente . Aunque se trata de un cargo con funciones simbólicas, su influencia ha sido significativa durante los 14 años de gestión de Michael D. Higgins . Según encuestas, la favorita es la diputada independiente de izquierda Catherine Connolly , con un 44% de intención de voto, seguida por la democristiana Heather Humphreys (25%), del partido gobernante Fine Gael . En tercer lugar se ubica el exdeportista Jim Gavin , afectado por un escándalo financiero.
No es la primera vez que Dublín vive una escalada de violencia vinculada a la inmigración. Hace dos años, un ataque con arma blanca frente a una guardería dejó cinco heridos, incluidos tres menores, y desató una ola de disturbios con saldo de 34 detenidos. En aquella ocasión, como ahora, la nacionalidad del agresor no fue confirmada, pero grupos ultranacionalistas utilizaron el caso para difundir discursos xenófobos a través de redes sociales y mensajería encriptada, como WhatsApp y Telegram.
Estos incidentes, repetidos en el tiempo, revelan una fractura social cada vez más visible en Irlanda, donde sectores extremistas buscan capitalizar hechos aislados para fomentar el miedo, la división y el rechazo hacia quienes llegan en busca de refugio.
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Foto: Redes Sociales
Djs