Guía de las almas hacia el Mictlán, el Xoloitzcuintle

Por leticiam , 25 Octubre 2025
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Es patrimonio cultural y símbolo de identidad nacional.
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El xoloitzcuintle, también conocido como "xolo", tiene una rica historia que se remonta a las civilizaciones prehispánicas, como los aztecas y los mayas. Estos perros eran considerados sagrados y se creía que tenían la capacidad de guiar las almas de los difuntos a través del inframundo, conocido como Mictlán.

De acuerdo con la mitología, el xoloitzcuintle ayudaba a las almas a cruzar ríos y superar obstáculos en su camino hacia el descanso eterno.

Sin embargo, más allá de su papel como acompañantes o guías en el viaje al inframundo, el xoloitzcuintle tenía un valor simbólico importante. Estos perros, conocidos por su falta de pelo debido a una mutación genética, eran fundamentales en la dinámica de la vida y la muerte en las civilizaciones mesoamericanas. 

Se cree que su contribución radicaba en su capacidad para acelerar la descomposición de la materia en putrefacción, facilitando su paso al inframundo y su posterior regreso como materia orgánica para nutrir la vida. Este papel en el ciclo natural de la muerte y la regeneración los hizo valiosos en rituales funerarios.

El término xoloitzcuintle proviene del náhuatl Xólotl (dios de la oscuridad, el ocaso y el inframundo) e itzcuintli (perro). En la mitología náhuatl, Xólotl es el gemelo oscuro de Quetzalcóatl, el dios de la luz y la vida. Ambos son manifestaciones del planeta Venus; Quetzalcóatl como la estrella de la mañana y Xólotl como la estrella vespertina.

En los códices, Xólotl aparece acompañando al dios solar hacia el inframundo, ayudándolo a cruzar las fauces de la Tierra para renacer al día siguiente. Esa misma función se trasladó al Xoloitzcuintle, su representación en la Tierra, un guía fiel que conduce las almas humanas por el Mictlán, el mundo de los muertos.

Como deidad, Xólotl también era símbolo de lo anómalo, lo marginado y lo imperfecto. En los mitos, se transforma en maíz doble (xólotl), maguey doble (mexólotl) o pez (axólotl), representando todo lo que escapa de la norma, pero que sigue siendo parte del equilibrio cósmico.

Para los mayas y grupos mesoamericanos, el Xoloitzcuintle era el transportador de las almas, una suerte de barquero que ayudaba a los difuntos a cruzar el río que separa el mundo de los vivos del de los muertos. Por eso, al morir, muchas personas eran enterradas junto a su perro, para que las acompañara en el viaje.

Con este vínculo se explica por qué el Día de Muertos aparece en los altares, esculturas, desfiles y representaciones artísticas, es el recordatorio de que la muerte no es el fin, sino un paso hacia otro ciclo de existencia. 

En la actualidad el Xoloitzcuintle es patrimonio cultural y símbolo de identidad nacional. Su figura, reinterpretada en arte, cine y ofrendas contemporáneas, conserva el poder de conectar el presente con lo ancestral, lo que lo ha llevado a convertirse en un lujo para sus cuidadores. 

Como mascota, un cachorro puede costar entre 5 mil y 6 mil pesos, mientras que uno de calidad en exhibición, de criadero poder superar los 35 mil pesos.

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