Reconfiguración de poder entre EU, China y Rusia

Por leticiam , 24 Octubre 2025

Durante más de tres décadas, el mundo vivió bajo la sombra del dominio estadounidense. Tras la caída de la Unión Soviética, en 1991, Washington impuso un orden internacional basado en su poder económico, militar y cultural.

La llamada unipolaridad parecía definitiva: Estados Unidos dictaba las reglas del comercio, la seguridad y la diplomacia global. Sin embargo, ese esquema comenzó a fracturarse. Actualmente, asistimos al ascenso de un nuevo paradigma, el mundo multipolar, donde China y Rusia emergen como contrapesos capaces de desafiar la hegemonía de la Unión Americana.

El siglo XXI marca una reconfiguración profunda del poder globalChina, con su crecimiento económico sostenido y su influencia tecnológica, se consolidó como el principal rival estructural de Estados Unidos. Mientras tanto, Rusia, aunque con una economía más limitada, ha demostrado su capacidad para alterar el tablero geopolítico mediante su poder energético y militar, además de su habilidad para formar alianzas estratégicas que cuestionan el liderazgo occidental. Este equilibrio tripolar está redefiniendo las relaciones internacionales, debilitando las viejas instituciones y obligando a los países medianos a replantear sus alianzas.

El ascenso de China es, quizá, el fenómeno más transformador. Con la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), Pekín ha extendido su influencia en Asia, África, América Latina y Europa mediante infraestructura, préstamos e inversión. Su apuesta no es solo económica, pues busca proyectar un modelo alternativo al liberalismo occidental, basado en la soberanía estatal y el pragmatismo autoritario. Además, su avance tecnológico —en inteligencia artificial, 5G y energía verde— desafía la primacía industrial y digital de Estados Unidos. El “sueño chino” del presidente Xi Jinping se traduce en una ambición clara: posicionar a China como la potencia central del siglo XXI.

Por su parte, Rusia ha jugado la carta del poder duro. Desde su intervención en Siria hasta la guerra en Ucrania, Moscú demostró que aún conserva una influencia militar capaz de reconfigurar regiones enteras. Aunque las sanciones occidentales golpearon su economía, su alianza con China y su acercamiento al sur global —en especial, con India, Irán y varios países africanos— le han permitido resistir el aislamiento impuesto por Washington y Bruselas. El presidente Vladímir Putin apuesta por un orden internacional “multipolar y justo”, donde ningún país pueda imponer su voluntad sobre otro; una narrativa que resuena entre gobiernos cansados de la injerencia estadounidense.

Estados Unidos, mientras tanto, se enfrenta al dilema de mantener su liderazgo en un contexto de desgaste interno y competencia global. Su fuerza militar sigue siendo inigualable, pero su legitimidad moral y su capacidad para imponer normas están en declive. Las guerras fallidas en Oriente Medio, la crisis política interna y el auge del proteccionismo erosionaron la imagen de un país que alguna vez se presentó como defensor del orden democrático. Frente a China y Rusia, Washington busca consolidar alianzas —como el Quad, en Asia, o la OTAN ampliada, en Europa— para contener el avance de sus rivales. Sin embargo, la eficacia de esa estrategia está en duda en un mundo cada vez más fragmentado.

El resultado de esta competencia es un sistema internacional más incierto, pero también más equilibrado. Ninguna potencia puede actuar sin considerar la reacción de las otras. Las guerras comerciales, las disputas tecnológicas, las alianzas energéticas y los conflictos por recursos estratégicos (como los semiconductores o los minerales raros) se han convertido en las nuevas trincheras del poder. En este contexto, regiones como América Latina, África o el sudeste asiático se transforman en espacios de disputa geoeconómica, donde cada país busca obtener ventajas sin someterse a un solo bloque.

El mundo multipolar no garantiza estabilidad ni cooperación. Al contrario, multiplica los centros de tensión y el riesgo de confrontaciones regionales. Pero también abre una oportunidad histórica: el fin del monopolio del poder. El mundo unipolar quedó atrás; el siglo XXI será, con todas sus contradicciones, el siglo del equilibrio inestable.

ricardomonreala@yahoo.com.mx

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