México.- En un México marcado por la violencia, el cine se convierte en refugio y esperanza. Con 13 candidaturas a los Premios Ariel, incluida la de Mejor Película, Sujo, dirigida por Astrid Rondero y Fernanda Valadez, se erige como favorita en la gran gala del cine mexicano y coloca a la Universidad Nacional como cuna de talento y conciencia social.
El filme confirma el talento de sus creadoras (ambas egresadas de la UNAM) y abre un debate sobre la situación adversa que atraviesa al país y el papel de la educación como herramienta de transformación social.
Para Ángeles Castro Gurría, directora de la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) de la UNAM, el éxito de Sujo es motivo de orgullo y responsabilidad. “Algo se sembró en Astrid y Fernanda desde su formación en escuelas públicas”. En esta obra —añade— la educación aparece como la posibilidad de abrir puertas y de ampliar los horizontes de un joven que ha crecido en medio de la violencia.
En un mundo donde infancias y juventudes enfrentan contextos desoladores y valores trastocados por la idea de “salir adelante” a cualquier costo, educarse ofrece caminos distintos, pues permite acceder a rutas solidarias, empáticas y capaces de transformar vidas.
Dicha cinta, añade Castro Gurría, nos muestra que el cine, además de ser arte, es una manera de mirar al país de frente, de narrar sus heridas y de imaginar horizontes distintos. “El éxito de Sujo, con sus 13 candidaturas, es prueba de que la semilla universitaria puede florecer”.
Orgullo puma
Astrid Rondero, egresada de la ENAC, subraya la importancia de contar historias de violencia desde una perspectiva distinta, más íntima y urgente. “Como creadoras sentimos la vocación de abrir espacio a más mujeres y minorías. Nuestra mirada es crucial para narrar las heridas del país e imaginar escenarios distintos”.
Convencida de que el arte y cultura abonan a la paz, la universitaria dice que el cine permite observar lo que la realidad a veces oculta. “Una cinta no cambia el mundo por sí sola, pero sí a quienes la hacen y la ven”.
También manifiesta que el cine es potentísimo, pues invita a pensar de forma diferente y siembra pensamiento crítico. Formada en la ENAC, Rondero expresa que su paso por la UNAM, además de herramientas técnicas, le dio un legado universitario que permea en todas sus obras.
“Las candidaturas al Ariel reconocen el talento joven que formó parte de la producción. Dar oportunidad a nuevas generaciones de profesionales de la actuación y cineastas es un diálogo con el futuro y una manera de asegurar que el cine mexicano siga transformándose”, asegura.
Por su parte, su compañera de dirección, Fernanda Valadez, añade que Sujo nació como una reflexión sobre la resiliencia en comunidades marcadas por la guerra contra el crimen, y surgió cuando ella y Astrid preparaban el filme Sin señas particulares en Guanajuato.
Ahí escucharon a comunidades cuyas experiencias, sueños y miedos las llevaron a contar esta historia. “Nos preguntamos qué requeriría un niño que nace en circunstancias de violencia para darle la espalda a esa herencia. Una de las respuestas es la educación, en sentido amplio: el cuidado de las mujeres que lo rodean y la guía de la universidad”, indica.
Para la también egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, la película es en el fondo “una carta de amor a una generación de niños y niñas que nacieron en entornos violentos”, y en palabras de Astrid Rondero es también una invitación a los nuevos cineastas universitarios (a quienes recomienda no cejar en el esfuerzo) y, en especial, a las jóvenes creadoras (“pues juntas siempre somos más fuertes”).
Del aula al cine
Sujo no puede negar su esencia puma, pues además de formar a gran parte de su equipo técnico y artístico, la UNAM coprodujo la cinta y le prestó escenarios que dotan de realismo a la historia.
Es por ello que uno de los personajes clave del filme es Susan, profesora universitaria que acompaña al protagonista, el cual es interpretado por Sandra Lorenzano Schifrin, académica de la Universidad Nacional que debutó en el cine gracias a la invitación de Rondero y Valadez.
Para la también escritora, Sujo muestra que incluso en contextos de violencia el destino puede cambiar si hay estudio y oportunidades. “Es una historia dolorosa y oscura que se transforma porque la educación puede modificar destinos. Es un mensaje sobre el poder transformador de la universidad frente a contextos violentos”.
Lorenzano Schifrin destaca que la película visibiliza la red de cuidados y resistencias femeninas, desde las tías que crían al niño hasta la profesora universitaria. “Las mujeres somos clave en la construcción de paz. Lo vemos en las madres buscadoras. Sujo muestra que, incluso en un país en llamas, hay caminos distintos posibles”.
A decir de la académica, lo narrado en la cinta tiene que ver con la misión histórica de la UNAM de dar pertenencia, conciencia y horizontes a juventudes que llegan con historias difíciles, en sintonía con el Programa Universitario de Cultura de Paz y Erradicación de las Violencias. Para la directora de la sede de la UNAM en Cuba, las 13 candidaturas al Ariel son un reconocimiento colectivo y un vehículo para que este mensaje llegue más lejos. “Sujo conmueve, sacude, rompe prejuicios y va con dedicatoria a los huérfanos del crimen organizado, pues nos recuerda que el pasado no es destino y que siempre existen alternativas”.
¿Quieres mantenerte a tanto de todas las noticias hoy en Puebla? ¡Explora más en nuestro portal ahora mismo!
Foto Especial
mala