Atlixco. En medio de los aromas dulces que comienzan a inundar las calles del centro histórico, una nueva propuesta culinaria ha captado la atención de locales y visitantes: las Calabaconchas, un invento que mezcla el ingenio local con el espíritu del Día de Muertos.
A unos pasos del zócalo, sobre la calle Nicolás Bravo, el pequeño local de Martha Arrioja Zepeda y su familia se ha convertido en punto obligado para quienes buscan probar algo diferente.
Desde el mostrador las charolas repletas de panes en forma de calabaza brillan bajo la luz amarillenta del lugar. El olor a concha recién horneada se combina con notas de mantequilla y azúcar. Mientras los clientes hacen fila para elegir su relleno favorito: mermelada, nutella, lechera, chocolate o nata.
El precio varía entre 20 y 30 pesos dependiendo del relleno, pero lo que realmente atrae a la gente no es sólo el sabor, es el colorido y la forma de estas piezas. Con su superficie anaranjada y una textura esponjosa evocan las calabazas que adornan los altares de la temporada.
Atlixco, reconocido por su creatividad culinaria, ya ha sorprendido antes con propuestas como el helado de flor de cempasúchil, las cemitas hojaldras, las hojaldras con ceniza de totomoxtle, también llamadas pan de muerto negro, y la hojaldra-burguer, todas creadas en torno a las festividades de Todos Santos y Día de Muertos. Estas innovaciones buscan atraer al turismo y mantener viva la identidad local a través del sabor.
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Foto Cortesía
LMR