Innovación, crecimiento y bienestar: la lección económica del Siglo XXI

Por marcoa , 20 Octubre 2025
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La prosperidad de una nación no depende del azar, sino de su capacidad para innovar, crear conocimiento y traducirlo en bienestar social
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México.- La prosperidad de una nación no depende del azar, sino de su capacidad para innovar, crear conocimiento y traducirlo en bienestar social. Esa es la gran contribución teórica de los economistas Philippe Aghion, Peter Howitt y Joel Mokyr, quienes demostraron -desde distintos enfoques- que el crecimiento económico sostenido solo es posible cuando la ciencia, la tecnología y las políticas públicas avanzan de la mano.

De acuerdo con Juan Carlos Moreno Brid, académico de la Facultad de Economía de la UNAM, sus trabajos ofrecen una lección crucial para los países en desarrollo. “El crecimiento económico y la innovación tecnológica no surgen por milagro ni por un empresario iluminado, sino de una cultura que fomenta la creatividad, la competencia y las políticas que la respaldan”, explicó.

Esa visión integral, añadió el especialista, combina teoría económica, modelación matemática e investigación histórica para mostrar cómo la investigación y el desarrollo tecnológico pueden detonar y sostener la expansión productiva, fenómeno que tuvo su origen en la Revolución Industrial acunada en Europa.

Con esa aportación, los profesores Aghion, Howitt y Mokyr fueron galardonados con el Premio Nobel de Economía 2025 por la Academia Real de Ciencias de Suecia, que destacó su “identificación de los prerrequisitos para que una economía consiga un crecimiento elevado y persistente mediante la innovación y el desarrollo tecnológico”.

“Sus aportes prueban que la combinación virtuosa de innovación, crecimiento económico robusto y sostenido progreso social no es producto del azar”, subrayó Moreno Brid. “Es resultado de políticas deliberadas, instituciones sólidas y una cultura que valora el conocimiento”.

Una mirada histórica y una lección vigente

De acuerdo con Moreno Brid, el historiador económico Joel Mokyr, uno de los laureados, ha estudiado durante décadas por qué la Revolución Industrial surgió en Inglaterra y no en otro lugar.

Su conclusión: más allá de los recursos o las condiciones materiales, lo decisivo fue una cultura que valoraba el pensamiento crítico, el intercambio de ideas y la solución colectiva de problemas.

“Esa visión histórica es fascinante”, dijo. “Mokyr demuestra que el crecimiento no solo depende del mercado o de la tecnología, sino de una sociedad que promueve el conocimiento y el debate. Es una lección que sigue siendo válida hoy”.

Por su parte, Aghion y Howitt retomaron la idea de la “destrucción creativa” del economista Joseph Schumpeter para explicar cómo, en el capitalismo, la competencia y la innovación pueden impulsar el bienestar social, siempre y cuando existan políticas públicas que amortigüen sus efectos negativos.

“Ellos muestran que el crecimiento no se da por buena suerte, sino por buena política”, señaló Moreno Brid. “Se necesita un Estado que fomente la competencia, pero que también proteja a quienes resultan desplazados. La innovación requiere instituciones, políticas industriales y sociales que trabajen juntas”.

Sin innovación no hay prosperidad

Moreno Brid dijo que el mensaje es claro: sin innovación, investigación y desarrollo, no hay prosperidad sostenida. “Necesitamos una cultura en la que el sector empresarial y el sector público trabajen de la mano. La política industrial no puede seguir ausente”.

También subrayó la importancia de crear instituciones dedicadas a impulsar la ciencia y la tecnología. Por eso celebro en México la creación de la nueva Secretaría de Innovación que puede ser un paso en la dirección correcta”, apuntó.

Un llamado esperanzador

Para el académico, no solo se premió teorías elegantes, sino ideas con implicaciones prácticas. “Philippe Aghion, Peter Howitt y Joel Mokyr nos recuerdan que el capitalismo, sin intervención estatal ni políticas públicas, puede llevar al estancamiento y a la desigualdad. Pero con los equilibrios adecuados, puede fomentar la creatividad y el progreso”, afirmó.

“En última instancia, el futuro justo y próspero depende de nosotros. El crecimiento no se logra por inspiración divina, sino con políticas concertadas de innovación, desarrollo y justicia social. Y eso —concluyó— es una gran lección para México y para toda América Latina”.

Para México

Por el contrario -y lo que es por demás esperanzador para países en desarrollo como el nuestro- su trabajo muestra que esa combinación virtuosa ha sido, es y será resultado desde acciones deliberadas y concertadas de los actores políticos, económicos y sociales de las economías en cuestión, enfatizó el académico universitario.

Efectivamente, de su obra se concluye que el progreso económico y el avance en el bienestar social -si bien con marcadas desigualdades- se debe a innovaciones científicas y tecnológicas que ha traído el sistema capitalista de mercado.

Pero no es el sistema de mercado de absoluta, libre e irrestricta competencia el modelo a seguir;  sino uno en el que hay la intervención del Estado, concertada, con los instrumentos y políticas industriales, de innovación y competencia  -sujetas a controles y balances- para incentivar de manera simultánea por una parte la innovación y creatividad en los procesos económicos -de producción y distribución, y por otra parte gestionar las perturbaciones  sociales -a veces con deterioros abruptos y brutales en algunos sectores de la comunidad- que casi inevitablemente conlleva la innovación y sus procesos de desrucción y creación. 

En este elemento esperanzador, en particular el trabajo de Mokyr, revela que el futuro depende de nosotros, de poner en marcha una agenda de Desarrollo, un pacto social, comprometida con la innovación, el crecimiento económico y el bienestar social.

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Los trabajos de los economistas Philippe Aghion, Peter Howitt y Joel Mokyr ofrecen una lección crucial para los países en desarrollo.
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