México.- Un café sin azúcar, un pan sin relleno o un día sin postre pueden convertirse en un verdadero reto para algunas personas. La dificultad de renunciar al sabor dulce no es solo cuestión de gusto: detrás puede esconderse un fenómeno parecido a la adicción al azúcar, advierten especialistas de la UNAM.
“Existen varias razones que explican por qué disfrutamos el sabor de las cosas azucaradas, que además no sólo aplica para los alimentos dulces, sino también algunos que son salados, grasosos o que tienen una combinación de todo esto”, explicó Mariana Valdés Moreno, académica y jefa de la carrera en Nutriología en la Facultad de Estudios Superiores Zaragoza.
¿Por qué nos atrae tanto el azúcar?
El cerebro detecta los sabores a nivel gustativo e interpreta el azúcar como una fuente rápida de energía necesaria para realizar actividades.
Significa que comer dulce se percibe como una conducta de supervivencia: el cuerpo entiende que ese alimento provee energía y lo convierte en una experiencia placentera.
“Se vuelven conductas placenteras y por eso las repetimos”, señaló Valdés Moreno.
Cuando el consumo de azúcar es frecuente o excesivo, aparece un fenómeno de tolerancia: lo que antes parecía muy dulce ya no lo es tanto. Esto lleva a necesitar mayor cantidad para alcanzar la misma sensación de placer. En algunos casos, este patrón favorece el sobrepeso.
Tipos de azúcar: no todas son iguales
Existen diferentes tipos de azúcar según el alimento que las contenga:
- Azúcares naturales: están presentes en frutas (como la fructosa) y en lácteos. Su consumo es saludable cuando se ingieren como parte de la fruta entera o el alimento completo, ya que la fibra, el agua y los micronutrientes modulan la absorción.
- Azúcares añadidos: se encuentran en alimentos procesados y ultraprocesados. Son las llamadas azúcares libres, cuyo exceso se asocia a obesidad, diabetes y otras enfermedades metabólicas.
El organismo no necesita azúcares añadidos, pues frutas, lácteos y otros alimentos integrales ya aportan carbohidratos naturales junto con agua, vitaminas, minerales y fibra.
Incluso algunos vegetales como la zanahoria, el betabel, la jícama, la papa o el camote contienen almidones -carbohidratos complejos que el cuerpo descompone en glucosa-; su valor nutrimental cambia según la preparación (almíbar, fritos, en conserva, etc.).
Azúcar y adicción: ¿qué ocurre en el cerebro?
Se ha observado que el consumo excesivo de azúcares añadidos activa circuitos cerebrales relacionados con recompensa y placer, particularmente el sistema dopaminérgico mesolímbico (área tegmental ventral y núcleo accumbens).
“La dopamina es un neurotransmisor que nos lleva a tener ciertos comportamientos para generar placer, como es la conducta alimentaria”, destacó la académica universitaria.
El circuito de recompensa explica por qué nos gusta tanto el azúcar y por qué repetimos su consumo. Aunque las respuestas cerebrales se parecen a las que generan algunas drogas, la ciencia aún debate si puede considerarse una adicción equivalente en términos clínicos.
Riesgos de consumir azúcar en exceso
El exceso de azúcares añadidos se relaciona con múltiples problemas de salud:
- Sobrepeso y obesidad.
- Diabetes tipo 2.
- Enfermedades cardiovasculares.
- Caries dentales, favorecidas por un pH bucal ácido tras consumir alimentos azucarados.
Los azúcares añadidos no aportan nutrientes esenciales y sí aumentan el riesgo metabólico.
Por eso, es fundamental acostumbrar desde la infancia a preferir sabores naturales y frutas enteras en lugar de caramelos o golosinas.
Recomendaciones para reducir el consumo
- Disminuir al máximo los alimentos ultraprocesados con azúcares añadidos, como refrescos y golosinas.
- Priorizar fuentes naturales de energía como frutas, verduras y cereales integrales.
- Optar por alimentos mínimamente procesados y agua simple como bebida principal.
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