Diez años del Laboratorio Nacional de Resiliencia Costera

Por marcoa , 26 Octubre 2025
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Monitorea en tiempo real temperatura, corrientes y oleaje del Pacífico mexicano para anticipar riesgos y proteger la vida marina
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México.- Para nuestro país, las zonas costeras -11,122 kilómetros de extensión- son fundamentales por su amplia biodiversidad y riqueza ecosistémica, al albergar comunidades pesqueras y actividades turísticas, portuarias y petroleras, esenciales para la economía nacional.

Su importancia, sin embargo, no es sólo económica: las zonas costeras también funcionan como barreras naturales ante fenómenos climáticos, por lo que su preservación resulta esencial para el desarrollo sustentable y la seguridad ambiental del país.

En las últimas décadas, estas regiones se han visto amenazadas por el cambio climático y el crecimiento poblacional. Por esa razón, en 2015 se creó el Laboratorio Nacional de Resiliencia Costera (LANRESC), con la participación de diversas instituciones de investigación nacionales, con el propósito de estudiar los sistemas y comunidades costeras, así como su capacidad para recuperarse y adaptarse a perturbaciones climáticas, sociales y económicas.

Considerado el Guardián de las zonas costeras, el Laboratorio propone soluciones sustentables que contribuyan a su resiliencia.

En el LANRESC participan investigadores de las tres instituciones fundadoras: el Instituto de Ingeniería de la UNAM, el Centro del Cambio Global y la Sustentabilidad (CCGS) en Tabasco y el Instituto Tecnológico de Sonora (ITSON), Unidad Obregón, además del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav), Unidad Mérida.

Posteriormente, se sumaron tres dependencias más de la UNAM: el Instituto de Investigaciones Económicas, la Facultad de Química y la Facultad de Ciencias.

Logros del Laboratorio de Resiliencia Costera

“Dentro de los logros del Laboratorio de Resiliencia Costera en estos diez años, yo podría decir que conformamos una red no sólo de instituciones académicas, investigadores y estudiantes interesados en el buen uso de los recursos costeros. Porque no se trata sólo de conservación, sino de la conservación de su uso sustentable”, explica Sophie Ávila Foucat, bióloga y doctora en Economía.

Agrega que en esta red -en la que convergen disciplinas muy diversas- han logrado colaborar con actores clave del territorio costero, como la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), municipios y secretarías estatales de medio ambiente.

Para sus investigaciones, el Laboratorio ha desarrollado una herramienta fundamental: las Tarjetas de Reporte (TR), instrumentos informativos breves que evalúan y comunican de forma concisa el estado de salud de un ecosistema.

En ellas se integran datos de diversos indicadores ambientales, sociales y económicos con el fin de monitorear los cambios dentro de un área de interés durante cierto periodo. El resultado de las TR es una calificación sintética que puede ser muy útil tanto para tomadores de decisiones como para el público en general.

Otra herramienta valiosa son los folletos didácticos que informan sobre el trabajo realizado en los talleres locales, donde se identifican amenazas, factores de riesgo, y se formulan recomendaciones y acciones para evitar el deterioro de los ecosistemas.

Observatorios Costeros para la Resiliencia (OCR)

El objetivo de estos observatorios es monitorear y evaluar la resiliencia de los socioecosistemas costeros. Actualmente existen siete OCR ubicados en el sureste del Golfo de México y en las regiones sur y norte del océano Pacífico:

Arrecife Alacranes (a 140 km de Puerto Progreso, Yucatán, en el Caribe mexicano), Sisal (Yucatán), Celestún (entre Campeche y Yucatán), Laguna de Términos (Campeche), Dos Bocas (Tabasco), Copalita-Huatulco (Oaxaca) y Agiabampo (Sinaloa).

“Con el monitoreo de los observatorios hemos logrado medir durante varios años la calidad del agua, por ejemplo”, señala Ávila Foucat. “También hemos medido aspectos socioeconómicos de estos sitios”.

“Lo que buscamos con los observatorios es crear esquemas de monitoreo a largo plazo de variables clave que sirvan no sólo a los científicos, sino también a los tomadores de decisiones. Por ejemplo, calidad del agua o cobertura vegetal, variables importantes para las actividades económicas, el turismo o la pesca”, añade la investigadora.

“Nos corresponde medir esas interacciones. En un proyecto PAPIIT financiado por la Universidad trabajamos en tres observatorios para vincular todos esos factores. Por ejemplo, si se deteriora un arrecife de coral, ¿cuánto disminuirá la cantidad de visitantes? Al mismo tiempo obtenemos datos útiles para directores de áreas naturales protegidas, municipios y gobiernos estatales. En lugares como Huatulco, por ejemplo, el enfoque está más orientado a la gestión local, a las comunidades y cooperativas”.

Acciones ante los riesgos

“Si tenemos la misma intensidad de huracanes, ¿qué pasará con la playa? Si aumenta su fuerza, ¿qué consecuencias habrá? Seguramente más erosión. Por eso debemos plantear escenarios de cambio en las playas, el turismo y la pesca”, señala la doctora Ávila.

En el Laboratorio participan especialistas que desarrollan proyectos de restauración de manglares y dunas, acciones fundamentales de adaptación y mitigación ante el cambio climático.

“Si se espera un huracán y ya restauramos parte de la ciénaga de una laguna, esa es una forma de protegernos”, explica.

También analizan las capacidades de los prestadores de servicios turísticos: si cuentan con sistemas de alerta, aprendizaje sobre huracanes previos, o mecanismos para organizarse rápidamente ante emergencias.

“Este factor de capacidades también lo estamos evaluando. En Celestún y Sisal hemos impartido cursos de restauración de dunas costeras y de manglares”, añade.

En el Pacífico, el Laboratorio instaló una boya frente a Huatulco con la que se realizan mediciones oceanográficas. En su colocación participaron cooperativas pesqueras y la Conanp.

“Los datos de esa boya se reciben en tiempo real y el Instituto de Ingeniería compila una base de datos. Esa información es muy importante no sólo para el seguimiento de huracanes, sino también para la instalación de refugios pesqueros”.

Coastal Snap: ciencia ciudadana

Coastal Snap es un proyecto de ciencia ciudadana que ya opera en varios países. Consiste en que cualquier persona tome fotos del mismo punto costero en distintos momentos con su teléfono celular.

Las imágenes se suben a una plataforma donde los investigadores las analizan para cuantificar los cambios en la playa a lo largo del tiempo.

“Con esas fotografías se obtiene información sobre erosión o aumento del nivel del mar. Es una herramienta de concientización que permite obtener datos científicos a bajo costo”, detalla Ávila Foucat.

Orígenes del Laboratorio Nacional de Resiliencia Costera

El LANRESC surgió por iniciativa de dos investigadores del Instituto de Ingeniería, quienes reconocieron que sus modelos de circulación marina o de lagunas costeras eran valiosos académicamente, pero poco accesibles fuera del ámbito científico.

“Salieron las convocatorias del Conacyt sobre laboratorios nacionales y dijimos: ‘hagamos un laboratorio de resiliencia costera’, aunque no sabíamos exactamente qué era eso”, recuerdan.

Su intuición los llevó a buscar biólogos, científicos sociales y expertos de otras áreas, integrando un equipo interdisciplinario.

“Yo ya llevaba tiempo estudiando la resiliencia, y aunque tenía una idea de cómo orientarlo, fue necesario dialogar entre nuestras distintas jergas científicas. El trabajo fue explicar qué es la resiliencia de los socioecosistemas. Entender sus elementos, interacciones, conflictos y cohesiones”, explica Ávila.

“Por ejemplo, si no hay suficiente cobertura de manglar, no se puede sostener todo lo demás. Si deforesto el mangle, ¿qué pasa con la pesca? Esas son las interacciones que buscamos medir”.

Planes a corto plazo

La Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación aprobó recientemente un proyecto trianual dentro del esquema de laboratorios nacionales. A diferencia de convocatorias previas -orientadas a infraestructura- esta se centra en la investigación.

“La idea es crear un índice de resiliencia para turismo, pesca y protección costera. Esperamos que sea monitoreable de forma sencilla, incluso con participación ciudadana. Nosotros elaboraremos indicadores más complejos, pero que sean útiles, que no se queden en un paper”, explica Ávila.

Dos proyectos recientes destacan por su alcance: uno con el Banco Mundial, que asignó al LANRESC la tarea de elaborar una tarjeta de reporte por estado en el Golfo de México, y otro con National Geographic, enfocado en la tarjeta de reporte del acuífero de Yucatán.

“Como responsable técnica del laboratorio ante Conacyt, asumo la coordinación de estos proyectos, aunque los había dirigido el doctor Paulo Salles. Ambos son proyectos de servicio, porque los laboratorios fueron creados para trabajar en conjunto y mantener la visión de que la ciencia esté al servicio de la sociedad”, concluye la doctora Ávila Foucat.

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El Laboratorio Nacional de Resiliencia Costera monitorea en tiempo real temperatura, corrientes y oleaje del Pacífico mexicano para anticipar riesgos y proteger la vida marina.
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