México.- Perdonar transforma el cerebro. Esta afirmación no es solo una metáfora espiritual, sino una verdad respaldada por la neurociencia. Desde hace años, especialistas han investigado los efectos cerebrales del perdón, revelando cómo este acto puede liberar emocionalmente y mejorar la salud mental y física de manera medible.
Perdonar no es simplemente un acto moral o espiritual; es también una poderosa herramienta que transforma nuestro cerebro. Aunque muchas veces se asocia con debilidad o sumisión, el perdón es, en realidad, un proceso profundamente liberador con efectos medibles en nuestra salud mental y física.
Desde hace algún tiempo, las neurociencias han comenzado a desentrañar qué ocurre en nuestro cerebro cuando soltamos el rencor. Por ejemplo, se activan regiones vinculadas a la empatía, se reduce la actividad en áreas relacionadas con el estrés y se genera un estado neurológico más propenso al bienestar. En un mundo donde el resentimiento se arraiga fácilmente, comprender el impacto positivo del perdón a nivel cerebral no solo es fascinante, sino también esencial para vivir de forma más saludable y plena.
Zonas del cerebro que se activan al perdonar
Durante el proceso de perdonar se activan principalmente tres regiones cerebrales: la corteza prefrontal dorsolateral, la corteza prefrontal ventromedial y la corteza cingulada anterior. Esto se sabe gracias al estudio elaborado por Miller y Cohen (2001), entre otras investigaciones.
“Estas estructuras son responsables del control cognitivo, un conjunto de funciones que nos permite regular nuestras emociones, suprimir impulsos automáticos, evaluar el contexto social y tomar decisiones conscientes”, señaló la Dra. Judith Salvador Cruz, investigadora, FES Zaragoza.
Dentro del control cognitivo, existen dos tipos de procesos que intervienen directamente en el acto de perdonar. El primero involucra la corteza prefrontal ventral izquierda, que permite modificar directamente las asociaciones emocionales, facilitando el aprendizaje inverso (cambiar asociaciones previas) y la inhibición de respuestas automáticas. Este tipo de control es esencial para desactivar emociones intensas como el enojo o el deseo de venganza.
Perdonar activa zonas cerebrales que favorecen el bienestar emocional y la empatía.
“Para el segundo proceso, participan la corteza dorsolateral y posterior, encargadas de la reevaluación explícita de situaciones. Esta reevaluación racional ayuda a reinterpretar el daño recibido desde una perspectiva más empática o comprensiva”, mencionó la Dra. Salvador Cruz.
Estudios recientes, como el realizado por el investigador alemán Moritz Maier en 2018, respaldan lo comentado por la investigadora. En colaboración con otros científicos, Maier manipuló el control cognitivo de los participantes mediante estimulación cerebral inhibidora de tipo theta-burst (cTBS), con el objetivo de observar el comportamiento humano en situaciones de justicia, castigo y reconciliación.
Los resultados mostraron que los participantes con menor capacidad de control cognitivo, debido a la inhibición de la corteza prefrontal dorsolateral, exhibieron comportamientos significativamente más vengativos en comparación con aquellos con un control cognitivo intacto. Estos hallazgos confirman la importancia de las funciones ejecutivas del cerebro en el proceso de perdonar y regular impulsos negativos.
Teoría de la mente: estimando la sinceridad del perdón
Cuando perdonamos, además de los efectos que esto ocasiona en el cerebro, también se activa otra capacidad cognitiva: la teoría de la mente. La Dra. Salvador Cruz explicó que esta habilidad permite a las personas entender, inferir y predecir los estados mentales de otros, tales como sus creencias, deseos, intenciones y emociones.
“Cuando alguien nos pide perdón, o cuando somos nosotros quienes debemos disculparnos, esta habilidad se vuelve esencial para interpretar las verdaderas intenciones del otro y decidir si existe un arrepentimiento genuino”, comentó la Dra. Judith Salvador Cruz, investigadora, FES Zaragoza.
¿Las personas con más materia gris perdonan más?
El estudio “Neuroanatomical correlates of forgiving unintentional harms” (2017), publicado en la revista Nature por Indrajeet Patil y colaboradores, aporta evidencia significativa sobre la relación entre la estructura cerebral y la disposición al perdón.
Específicamente, los investigadores encontraron que un mayor volumen de materia gris en el surco temporal superior anterior izquierdo se asocia con una mayor facilidad para perdonar cuando el daño percibido fue accidental o no intencional.
Es decir, la anatomía cerebral influye en la capacidad para perdonar, más allá de la cultura o la educación.
El sistema nervioso simpático y el perdón
Dentro del sistema nervioso autónomo, se encuentra el sistema nervioso simpático, que tiene la función de preparar al cuerpo para reaccionar ante situaciones de estrés. Esta preparación involucra una serie de cambios fisiológicos, como el aumento de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, y la liberación de neurotransmisores como la adrenalina y la norepinefrina.
Cuando una persona vive una experiencia negativa sin resolver, este sistema puede activarse repetidamente. Esta hiperactivación tiene consecuencias emocionales como la ansiedad o el enojo persistentes, además de huellas neurobiológicas que predisponen al organismo a responder de manera exagerada en el futuro.
“El perdón ayuda a desactivar o reducir la activación constante del sistema nervioso simpático, lo que contribuye a disminuir el estrés, mejorar la regulación emocional y prevenir daños físicos y psicológicos”, expresó la Dra. Judith Salvador Cruz, investigadora, FES Zaragoza.
¿Puede el cerebro detectar si una disculpa es sincera?
Pedir perdón es un acto social y emocional complejo. Algunas disculpas nacen del arrepentimiento auténtico, otras se dan por compromiso o para evitar consecuencias. Esta diferencia tiene implicaciones importantes.
En muchos casos, el cerebro humano es capaz de captar señales que indican si una disculpa es sincera o no, aunque no de forma infalible. La Dra. Salvador Cruz explicó que esto ocurre gracias a señales visuales, auditivas y somatosensoriales.
El perdón: liberación emocional y reorganización cerebral
Desde la perspectiva emocional, el perdón nos permite liberarnos de sentimientos negativos como el odio, el rencor o el resentimiento, una carga interna que genera un estado constante de tensión que, si no se resuelve, interfiere en múltiples áreas de la vida cotidiana.
Desde el punto de vista neurológico, al perdonar el cerebro activa redes neuronales asociadas al bienestar y la empatía.
¿Quieres mantenerte a tanto de todas las noticias hoy en Puebla? ¡Explora más en nuestro portal ahora mismo!
Foto Especial
mala